El miedo al constructivismo: Boghossian y el caso Galileo-Bellarmino
En-claves del pensamiento
Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de MonterreyEl presente artículo analiza la crítica al relativismo y al constructivismo de Paul Boghossian, en especial al relativismo de la justificación epistémica, tal como lo expusiera Richard Rorty aludiendo al caso particular de la disputa entre Galileo y Bellarmino. En general, el artículo hace una valoración positiva de dicha crítica; pero a partir del caso histórico de Galileo se trata de argumentar que hay una lectura sesgada y equivocada sobre la postura de Bellarmino, pues no se pone la suficiente atención al contexto histórico, como reclamaría un relativista. En la conclusión se defiende que la universalidad de la racionalidad implica también atender las circunstancias históricas.

			El artículo analiza el ataque al relativismo y al constructivismo de Paul Boghossian, filósofo de la tradición analítica que participó en los inicios de la corriente denominada Nuevo Realismo. Este nombre fue propuesto por Maurizio Ferraris a Markus Gabriel para denominar una reunión que se celebró en la Universidad de Bonn en 2012, a la que asistió Boghossian.

			

				

				La reunión se llamó
En este marco, el presente artículo se centra en Boghossian. Analizaré la defensa que hace este de la unidad y universalidad de la racionalidad en la justificación epistémica frente a los argumentos relativistas y constructivistas, los cuales apelan a que hay diferentes justificaciones racionales epistémicas, todas ellas con igual validez. Para los propósitos del artículo resulta significativa la disputa entre Galileo y Bellarmino respecto al heliocentrismo. Rorty sostuvo que no se puede desechar como no científica ni irracional la postura de Bellarmino de defender el geocentrismo con base en la Biblia. Boghossian defiende frente a ello la universalidad de ciertos principios racionales. Si bien mostraré mi acuerdo con este argumento, ofreceré también una crítica a Boghossian, de no atender algunos reclamos del relativismo que demuestran que las circunstancias histórico-culturales juegan un papel que no puede ser soslayado. Trataré de mostrar que Boghossian presenta equivocadamente la polémica entre Galileo y Bellarmino, justo por este soslayo. Finalmente, trataré de argumentar que la universalidad de la racionalidad, lejos de excluir, supone considerar dichas circunstancias, y mediar entre diversos campos semánticos.

		En el encuentro arriba mencionado de 2012, Boghossian presentó el trabajo 'Realismo y relativismo'. En el inicio expresa que el título del evento le parece esperanzador y optimista, pero lo que ve es una tendencia creciente al 'Nuevo Relativismo',

			

				

				Aunque Boghossian habla con cierta ironía, pudiera referirse al grupo de filósofos analíticos que asumen este nombre para presentar nuevos argumentos en defensa del relativismo, entre ellos Kölbel, Lasersohn, Wright y especialmente MacFarlane, al que aludiremos más adelante. Véase
A diferencia del relativismo estético, e incluso el moral, el relativismo epistémico parece, según Boghossian, una tesis altamente contraintuitiva. Más sorprendente le parece la cantidad de adeptos que ha conquistado en el mundo académico, sobre todo en departamentos de ciencias sociales y humanidades. El relativismo global lo caracteriza como la doctrina de la validez igual: 'Existen muchas formas radicalmente distintas, pero 'igualmente válidas', de conocer el mundo, de las cuales la ciencia es solo una'.

			

				

				Boghossian
El conocimiento tiene una intrínseca dependencia social, y el científico no es la excepción. Tal construcción social lo es como las creencias religiosas o las míticas, de ahí la validez igual de todas ellas. En la tradición analítica esta tesis, aunque ha tenido simpatizantes, no ha sido la principal, por ello el conflicto de las academias de humanidades y ciencias sociales en los EE. UU. ha sido con el

					 El constructivismo de los hechos. El constructivismo sobre la justificación epistémica. El constructivismo sobre la explicación racional.

			

				

				Como mencioné el que importa en el presente artículo es el constructivismo de la justificación epistémica, pero mencionaré algo del primero.

			10

							

						

				
Estos tres aspectos se oponen a 'la visión clásica del conocimiento', según la cual los hechos son objetivamente independientes de quien los conoce o de las creencias que se puedan tener sobre ellos: 'Aunque los seres pensantes jamás hubiesen existido, el mundo seguiría teniendo muchas de las propiedades que actualmente tiene'.

			

				

				Boghossian,
Para ilustrar el constructivismo de los hechos, Boghossian recurre al famoso pronunciamiento de Bruno Latour de que Ramsés II no podía haber muerto de tuberculosis porque el bacilo de Koch se descubrió hasta 1892. Boghossian expone que hay dos maneras de entender la construcción social de los hechos: la primera es la del molde para cortar galletas, y la segunda es la de Rorty: según la primera, la realidad sería una masa amorfa y el esquema conceptual el molde. No se puede afirmar que algo sea un hecho si no hay una cierta descripción del mismo, lo cual supone haber adoptado un determinado esquema conceptual para describirlo. Este esquema no siempre existió, ni necesariamente tendrá que seguir siendo válido en el futuro. Los 'hechos' dependen entonces de las descripciones y estas de intereses sociales contingentes.

				Frente a esta primera manera de entender la construcción de los hechos, Boghossian presenta tres objeciones: la primera es
Esta tercera objeción lleva a Boghossian a examinar la propuesta de Rorty (segunda manera del constructivismo de los hechos),

			

				

				En el prefacio de
Con esta respuesta, dice Boghossian, Rorty zanja los problemas de la 'causalidad' y de la 'idoneidad', pero permanece el del
El constructivismo global sobre la justificación, Boghossian lo condensa en las siguientes afirmaciones:

			

				 1. No hay hechos absolutos que justificaran una determinada creencia (antiabsolutismo epistémico). 2. En cualquier juicio epistémico no se debe sostener que E justifica la creencia B, sino que 'de acuerdo con el sistema epistémico C, que yo, S, acepto, La información E justifica la creencia B (relacionalismo epistémico)'.

			

				

				Boghossian 3. Hay muchos sistemas epistémicos alternativos que difieren en lo fundamental, y 'no hay hechos en virtud de los cuales alguno de esos sistemas sea más correcto que cualquiera de los demás (pluralismo epistémico)'.

			

				

				

					

			
Para Rorty un caso privilegiado del pluralismo epistémico lo constituye la disputa entre Galileo y el cardenal Roberto Bellarmino. Boghossian, en una breve exposición histórica de lo sucedido, apunta que hasta el siglo XVI predominó el geocentrismo, idea que fue 'desarrollada
La causa del Vaticano fue defendida por el cardenal Bellarmino,
Este es, a grandes rasgos, el relato de Boghossian de lo sucedido históricamente. Esta reconstrucción me parece sesgada. Por ejemplo, Boghossian habla de 'candor' de Ptolomeo y de la 'infausta memoria' de Bellarmino; y aunque dice que 'se cuenta' que Bellarmino no quiso observar, eso es falso, lo cual no fue así tal como se expuso en el 'apasionante' libro de De Santillana.

			

				

				De Santillana,
En descargo de Boghossian hay que decir que lo que le importa no es el suceso histórico, sino la utilización que hace Rorty de este caso en
Tenemos entonces que el relativismo epistémico de la justificación se apoya en dos premisas. En primer lugar, hay muchos sistemas epistémicos, y no hay hechos que determinaran cuál es más correcto (pluralismo epistémico). En segundo lugar, no hay ninguna noción interesante de justificación que nos permitiera sostener determinada forma de razonamiento valiéndonos de esa misma forma. Frente a ello, el argumento tradicional ha sido el de la autorrefutación del relativista, el cual se expresa como un dilema:

			O bien (el relativista) aspira a que su propio punto de vista sea absolutamente cierto, o bien que éste sea sólo relativamente cierto, cierto con relación a determinada teoría. En el primer caso, se refutará a sí mismo, pues habrá admitido que
Si bien los relativistas se han reído siempre de este tipo de objeciones a las que consideran argucias lógicas de poco valor, para Boghossian tiene cierto valor este argumento, ya que es grave que una posición filosófica no pueda ser asumida por quien la enuncia. Sin embargo, no considera completamente satisfactorio el argumento tradicional, pues le parece que la segunda parte del dilema no está bien formulada, y bien pudiera ser que a todos nos resultara pertinente lo que el relativista afirma. Por ello, propone el siguiente argumento que parece una variante sutil del tradicional. De acuerdo con la formulación del relativismo global, no debemos decir 'que existe el hecho p', por ejemplo, la existencia de los dinosaurios, sino que 'de acuerdo con cierta teoría A existe tal hecho'. Surge entonces la pregunta de si debemos de admitir la existencia de hechos absolutos de acuerdo con la propuesta relativista, es decir, hechos referidos al tipo de teoría que aceptamos. Si el relativista global responde que sí, enfrentaría serios problemas que van en la línea de darle un mayor peso a lo mental sobre lo físico, pues los hechos existentes serían hechos acerca de nuestras creencias, cuando lo que se quería decir es que no hay hechos absolutos del tipo que sean. Por otra parte, si se responde negativamente llegaríamos a un regreso al infinito, pues se estaría diciendo: 'De acuerdo con una teoría que aceptamos, hay una teoría que aceptamos de acuerdo con la cual hay una teoría que aceptamos de acuerdo con la cual... han existido los dinosaurios'.

			

				

				
Esto por lo que toca al constructivismo de los hechos, pero el problema principal es el relativismo de los sistemas de justificación: ¿cómo justificar nuestro sistema sin caer en una argumentación circular? El argumento tradicional de acusar al relativista de autorrefutación por aceptar algo ajeno a la racionalidad, de nuevo, no le parece concluyente a Boghossian porque podría tratarse de una racionalidad alternativa más que de una justificación de lo irracional. Para sostener que hay sistemas epistémicos racionales genuinamente alternativos, señala Boghossian, tendrían que satisfacerse cuatro condiciones, a saber: que se tratara de un sistema real y no meramente posible; que fuera coherente; que llevara a logros efectivos significativos, y, que incluyera principios
En esto último está la objeción mayor de Boghossian: ¿realmente hay sistemas epistémicos fundamentalmente diferentes? Hay ciertos principios como
En la reseña que escribió de
Lo mismo sucede con los requisitos que establece Boghossian para poder hablar de una genuina racionalidad alternativa. El verdadero argumento para Searle, con el que también estoy de acuerdo, es que no hay sistemas racionales alternativos, pues la argumentación sobre la diferencia o igualdad sigue siendo una discusión racional. Searle considera que también en el fondo esto es lo que Boghossian defiende, pero la presentación oscurece y confunde la tesis central, y si el relativista se queja de que el argumento tradicional de la autorrefutación es solo una argucia lógica, más justificación tendría para hacerlo con las variantes que presenta el filósofo de origen armenio.

			Uno de los principales defensores del Nuevo Relativismo es MacFarlene, pues entra a la discusión de si en el conflicto Galileo-Bellarmino se trata de racionalidades alternativas o derivadas. Como vimos, el argumento de Boghossian es que el principio de
Comparto el núcleo central de la argumentación de MacFarlane que en mi opinión nos lleva a considerar que la racionalidad es algo más bien prudencial que algo formal deductivo. Lo que no acepto es su conclusión de la validez igual porque, como apunta Searle y desde luego Apel y Habermas, los participantes de una discusión al argumentar están aceptando tácitamente estar en el espacio de las razones, y por ello aceptan que todos los interlocutores tienen el mismo derecho a externar sus razones, pero no a que todas ellas tengan la misma validez, lo cual sería decir que cada cabeza es un mundo.

			Procedo ahora a exponer mi crítica principal a Boghossian de no comprender correctamente el problema y el sentido de la diferencia entre Bellarmino y Galileo por no atender a las circunstancias históricas. Tal vez Boghossian quería referirse al conflicto entre Galileo y la Iglesia católica, o incluso al conflicto entre religión y ciencia, pero al especificar el nombre de Bellarmino, no se puede proceder como si fuera un personaje ficticio que sólo sirviera para ilustrar un conflicto abstracto. El problema con Bellarmino fue en 1616, la condena de Galileo fue en 1633, cuando el Cardenal había muerto doce años atrás. No se puede prescindir de la comprensión de la situación histórica, y mucho menos falsear algunos hechos. La cuestión no era entre concepciones científicas alternas, o si uno empleaba el principio de revelación y el otro no, sino si debían o no interpretarse literalmente ciertos pasajes de la Biblia, dado que ambos aceptaban que la Biblia es la palabra de Dios.

			Ya consigné cómo se narra este asunto en
Presentaré una escueta descripción de algunos sucesos que me parecen importantes para comprender algo de la circunstancia histórica del conflicto. Por supuesto que es imposible tratar la complejidad histórica de un tema que literalmente se ha discutido por siglos. La bibliografía es inmensa, de diversos períodos e intereses, y del cual se sigue escribiendo.

			

				

				Por ejemplo,
Galileo (1564-1642) que siempre fue católico empezó a ganar admiración en la primera década del siglo XVII por algunos trabajos publicados, así como por el desarrollo del telescopio, aprecio que se dio también en círculos eclesiásticos, entre ellos los jesuitas astrónomos. Esto también generó envidias entre algunos profesores universitarios aristotélicos. Galileo a través de varias observaciones del telescopio y de otros argumentos, para él contundentes, como el de las mareas, consideró que había evidencia para afirmar como un hecho el sistema de Copérnico. Para entonces ya había voces que señalaban la contradicción entre una interpretación literal de ciertos pasajes de la Biblia y la obra de Copérnico, pero en general esta no había causado polémica, en parte por la dificultad de entenderla
En el año de 1613, Galileo se enteró de algunos ataques lanzados en su contra, y consideró que era tiempo para que la Iglesia dejara una interpretación literal de ciertos pasajes de la Escritura donde se afirmaba el geocentrismo. Escribió entonces una carta a Castelli en la que defiende que la Escritura es verdad absoluta, pero que contiene muchos pasajes y expresiones que deben entenderse en sentido figurado:

			como cuando mencionan la mano de Dios o la bóveda celeste, y que es nuestro deber interpretarla de manera que ambas verdades, la de la naturaleza de Dios y la de Su escrito, jamás parezcan en conflicto. ¿Por qué, pues, debería utilizarse la Sagrada Escritura para apoyar la opinión de ciertos filósofos falibles contra otros, poniendo en peligro su autoridad?

			

				

				De Santillana,
Galileo afirma también que la autoridad de la Escritura se debe mantener en lo concerniente a la salvación y al establecimiento de la fe, y al hacer esto no puede caer en contradicción. El problema es querer llevar su interpretación a verdades naturales que deben establecerse por otros medios. Las Escrituras se enfocan a la gente sencilla del pueblo, y, por ello, aunque el escritor sagrado conociera la verdad sobre la naturaleza (es decir, el heliocentrismo), mantendría este lenguaje accesible.

			

				

				
Esta carta, sin embargo, le trajo más ataques a Galileo, y fue objeto de una acusación formal ante el Santo Oficio, en la que se falseaban varias de sus afirmaciones. El centro del ataque era si Galileo tenía autoridad para interpretar la Biblia. La acusación no prosperó, pero Galileo se sintió amenazado, pues el asunto podía escalar. En 1614 escribió una carta más amplia a la gran Duquesa Cristina, en el tenor de la anterior, en la que además enfatizaba el error que cometería la Iglesia de obstinarse en una interpretación literal de los pasajes debatidos. Galileo cuestionaba también la autoridad de los teólogos para tratar asuntos que ni siquiera entendían, e insistía en que la autoridad de la Iglesia era interpretar asuntos de fe y no asuntos de hecho.

			

				

				
Diversos acontecimientos hicieron que aumentara la preocupación de Galileo, quién en 1615 buscó llevar su opinión al Papa Paulo V y al jesuita Roberto Bellarmino, quien era el teólogo papal. Galileo no consiguió su objetivo, pero un simpatizante de él, el provincial de los carmelitas Foscani, elaboró un folleto en el cual mostraba una comprensión profunda del libro de Copérnico, y defendía completamente la postura de Galileo de buscar una reconciliación del heliocentrismo con las Sagradas Escrituras. Foscani, queriendo evitar cualquier conflicto, le pidió su opinión a Bellarmino, 
			 
				 
				Imposible profundizar en la magnífica exposición de la personalidad de Bellarmino que ofrece De Santillana, completamente alejada de la del fanático religioso que se rehúsa a ver en el telescopio, sino como la del teólogo papal con mentalidad apologética y prudencia política, formado en la Compañía de Jesús de la Contrarreforma. Un hombre pragmático, ya en el final de su vida, sin mayor entendimiento e interés por la ciencia, pero quién siempre pidió consejo a sus compañeros jesuitas astrónomos Clavius y Grienberg. 
			41 quien escribió su contestación a Foscani. Este texto nos permite adentrarnos en el supuesto 'sistema de Bellarmino'.

			El escrito incluye tres puntos. En el primero le dice que celebra que él y Galileo solo estén hablando hipotéticamente, y que suponer que el heliocentrismo explica mejor algunas 'apariencias celestes que con la teoría de los excéntricos y los epiciclos, es expresarse con magnífico buen sentido y sin correr el menor riesgo',

			

				

				
Si existiese una prueba auténtica de que el Sol se halla en el centro del universo, que la Tierra está en el tercer cielo y que el Sol no gira alrededor de la Tierra, sino esta alrededor de aquel, tendríamos que proceder con gran circunspección al explicar pasajes de las Escrituras que parecen enseñar lo contrario, y más bien confesar no haberlos comprendido que declarar como falsa una opinión que se ha probado que es cierta. Mas, en lo que a mí se refiere, no creeré en la existencia de tales pruebas hasta tanto me sean mostradas.

			

				

				De Santillana,
Como claramente puede apreciarse, Bellarmino en principio no estaba cerrado a aceptar una interpretación no literal, sin embargo, consideraba el peligro de moverse en una pendiente resbaladiza con la distinción de lo que debe tomarse en sentido literal y lo que no. Eso tal vez a nosotros no nos haga mucho sentido, pero no es porque se trate de una racionalidad alternativa a la nuestra, sino porque no estamos en el contexto y las circunstancias de Bellarmino, para quien, como teólogo papal, no se trataba de un mero problema teórico. El punto decisivo de la discrepancia es que para Galileo había evidencia decisiva a favor del heliocentrismo que justificaba la interpretación no literal, y para el jesuita no. Bellarmino como no estaba al tanto de los avances astronómicos consultó, no a la Biblia, sino a los jesuitas astrónomos, quiénes, aunque simpatizaban con el sistema de Copérnico, tenían la instrucción del general de la Compañía de procurar no desacreditar el aristotelismo. La observación del telescopio permitía concluir que Saturno tenía satélites, y que las fases de Venus mostraban que este se movía alrededor del sol, pero cabía la hipótesis de Tycho Brahe de que los planetas se movieran alrededor del sol y este alrededor de la tierra. A Galileo le parecía equivocado y hasta absurdo el planteamiento de Tycho (por ejemplo, la suposición de que los planetas tenían luz propia), pero para los jesuitas astrónomos bien pudiera ser que hubiera otra hipótesis, pues ni el sistema de Tycho ni el de Copérnico solucionaban las 'excentricidades' de los epiciclos.

			

				

				Galileo se rehusó a incorporar el descubrimiento de Kepler sobre las órbitas elípticas.

			45 Al no haber evidencia suficiente, según le informaron a Bellarmino, este optó por un principio hermenéutico y no epistémico: '[e]n caso de duda no debemos abandonar la interpretación de los textos sagrados tal como nos fue dada por los santos padres'.

			

				

				De Santillana,
En el tercer punto, Bellarmino todavía expone dos argumentos más a Foscari. Uno es de autoridad y el otro de sentido común. Uno de los autores sagrados que afirma que el sol se levantó y después descendió es Salomón, el hombre sabio por antonomasia según la Biblia, al que Dios mismo le concedió tal sabiduría, por ello 'no es verosímil que hubiese hecho una manifestación contraria a la verdad, probada o sin probar'.

			

				

				
En un comentario, De Santillana sugiere que se le puede reprochar al Cardenal que no estaba familiarizado con la obra de Copérnico y que debería haberla estudiado. En su defensa comenta lo ya mencionado sobre la dificultad de entender la obra para un lego. Además, lo único que tal vez leyó el jesuita fue la Introducción y en ella se dice que es sólo una hipótesis.

			

				

				Aunque esto fue añadido por el pastor protestante Osiander, pero Bellarmino no tenía manera de saberlo.

			51 Aunque Bellarmino estaba con demasiadas preocupaciones es una pena, dice De Santillana, que optara por la interpretación literal, lo cual era más propio de los reformadores protestantes, y que rehusara profundizar en los argumentos; 'estaba volviéndose claro que no eran las convicciones religiosas de Bellarmino lo que se interponía en el camino sino simplemente su limitación aristotélica y su temor al 'escándalo''.

			

				

				De Santillana,
Cuando Galileo leyó la carta de Bellarmino a Foscari sintió que perdía el apoyo que le habría permitido tranquilidad. Le escribe entonces a su amigo Piero Dini, arzobispo de Fermo, que había sido un error argumentar sobre cómo deben leerse las Escrituras. En realidad, sólo quería que se mantuvieran los dos terrenos separados, y que se pudieran discutir los argumentos por su propio peso: '[m]as, ¿cómo he de hacerlo y cómo no ha de ser en vano todo esfuerzo, si mi boca permanece cerrada y estos peripatéticos, que tienen que ser persuadidos, se muestran incapaces de comprender, aunque solo sea la más simple y fácil de las razones?'.

			

				

				
Lo lamentable de esta historia, viene después. Se mandó al tribunal del Santo Oficio dos proposiciones para su examen: '1. El Sol está en el centro del universo y por lo tanto desprovisto de movimiento. 2. La Tierra no constituye el centro del universo ni permanece inmóvil, sino que se mueve sobre sí misma, y también con un movimiento diurno'.

			

				

				
En el conflicto Galileo-Bellarmino, Boghossian tiene razón en la crítica que hace a Rorty de que no era una discusión desde sistemas racionales alternativos, ni siquiera derivados. No se sigue por tanto el principio de igual validez en el que pudiéramos decir que cada uno tenía su verdad y sus hechos desde su propio sistema, o que cada uno tenía su paradigma de ciencia inconmensurable con el otro. Es verdad que Bellarmino fue formado en el aristotelismo escolástico, pero no estaba cerrado a nuevos planteamientos.

			En lo que está equivocado Boghossian es en presentar el conflicto como si hubiera sido primeramente epistémico sobre la verdad o no del heliocentrismo según le creamos a la Biblia o a la evidencia racional. El diferendo epistémico estaba en si había evidencia suficiente para afirmarlo o no. El problema para Bellarmino era lo razonable o no de proceder a la interpretación no literal de ciertos pasajes con una evidencia que no parecía concluyente, y que en efecto en ese momento no lo era.

			Tiene razón MacFarlane en que el problema es ver qué tanto peso se le da a ciertos principios epistémicos, para lo cual no hay ninguna fórmula. Con Galileo surge un nuevo modelo de ciencia que le asigna un peso fundamental a la matematización. La distinción entre cualidades primarias y secundarias llevará al conflicto entre la imagen científica y la imagen manifiesta en términos de Sellars, y en términos de Lonergan entre la perplejidad que se genera de una cultura que va diferenciando campos semánticos sin que resulte obvio la posibilidad de su integración. Boghossian no incluye este problema en su rechazo del constructivismo. Boghossian, como le señala Searle, está en lo correcto en la defensa de la universalidad de la racionalidad, pero parece tener una concepción demasiado estrecha de ello.

			Baltasar Fernández Ramírez

			

				

				

					
Considero muy positivo el talante general del giro neorrealista en el que estoy incluyendo a Boghossian, pero pienso que es imposible no atender a los contextos sociohistóricos, lo cual fue justamente señalado por la posmodernidad relativista, aunque tal vez de manera exagerada. La universalidad de la razón no puede pensarse en términos meramente formales. La racionalidad científica prescinde de ciertas circunstancias que se consideran no significativas para el asunto que se quiere elucidar, lo cual, sin duda es un procedimiento metodológicamente muy poderoso para atender ciertas características y descartar otras. Sin embargo, no es la racionalidad sin más. Es decir, debemos distinguir la universalidad de la racionalidad humana de la universalidad de la racionalidad científica. Esta última aunque puede ser valorada desde distintos ámbitos, sólo puede ser entendida y corregida dentro de ella misma, a diferencia de la primera que de suyo pretende incluir una gran variedad de ámbitos. 
			 
				 
				Debo esta valiosa sugerencia a uno de los revisores del artículo. 
			57 La racionalidad lleva a individuos de diversas maneras de ver el mundo a cuestionar si el punto de vista adoptado tradicionalmente es correcto o no. Su aspiración de fondo es buscar un punto de vista verdaderamente universal que atienda la diversidad de razones y matices.

		Baghramian, Maria, y J. A. Carter. “Relativism”. En E. Zalta (ed.), , 2020. .
Boghossian, Paul. “What the Sokal Hoax Ought to Teach Us”. , 13 (1996): 14-15.
Boghossian, Paul. . Trad. Fabio Morales García. Madrid: Alianza Editorial, 2009.
De Santillana, Giorgio, . Trad. Juan Rodríguez Chicano. Buenos Aires: Antonio Zamora, 1960.
Ferraris, Maurizio. “Surgimiento y desarrollo del Nuevo Realismo”. LXVIII (2019): 417-434.
Ferraris, Maurizio. . Trad. José Blanco. Madrid: Biblioteca Nueva, 2013.
Fernández-Ramírez, Baltasar. “En defensa del relativismo. Notas críticas desde una posición construccionista”. , 60 (2014): 1-36.
Gabriel, Markus. . Trad. Enrique G. de la G. México: Océano, 2016.
Gal, Ofer. “Airplanes and Inquisitors: Reflections on Skeptics and Anti-Realists”. , Article 145 (2021).
Guzón Nestar, José Luis. “Paul Boghossian: realismo como anti-relativismo en el entorno de ‘El miedo al conocimiento’”. LXVII, núm. 94 (2018): 137-154.
Harman, Graham. “Fear of Reality: On Realism and Infra-Realism”. , 98 (2015): 126-144.
Lonergan, Bernard. . Trad. Francisco Quijano. Salamanca: Universidad Iberoamericana / Sígueme, 1999.
MacFarlane, John. “Boghossian, Bellarmine, and Bayes”. , 141(2008): 391-398.
Meillassoux, Quentin. . París: Seuil, 2006.
Rorty, Richard. . Trad. Jesús Fernández Zulaica. Madrid: Cátedra, 1989.
Rorty, Richard. . Trad. de Ángel Manuel Faerna García Bermejo. Barcelona: Paidós, 2000.
Searle, John. “¿Por Qué Creerlo?”. , 170 (2011): 21-24.
Sebold, Richard. . London-New York: Rowman & Littlefield, 2014.
Sols, Ignacio. . Madrid: Digital Reasons, 2021.
La reunión se llamó
Markus Gabriel fue el primero en señalar la coincidencia entre el nuevo realismo y el realismo especulativo en 2006, a propósito de la aparición de los libros: Paul Boghossian,
Para Sebold este es el principal rasgo divisorio entre las dos tradiciones, véase Sebold, Richard. . London-New York: Rowman & Littlefield, 2014.
Aunque Boghossian habla con cierta ironía, pudiera referirse al grupo de filósofos analíticos que asumen este nombre para presentar nuevos argumentos en defensa del relativismo, entre ellos Kölbel, Lasersohn, Wright y especialmente MacFarlane, al que aludiremos más adelante. Véase Baghramian, Maria, y J. A. Carter. “Relativism”. En E. Zalta (ed.), , 2020. .Maria Baghramian y J. A. Carter, 'Relativism', en E. Zalta (ed.),
En las citas usaré la traducción al español Boghossian, Paul. . Trad. Fabio Morales García. Madrid: Alianza Editorial, 2009.
Boghossian
Tesis que viene desde el siglo XIX, pero que en el XX tuvo sus matices propios como en la epistemología feminista.

			Boghossian
Alan Sokal, 'Transgressing the Boundaries: Towards a Transformative Hermeneutics of Quantum Gravity',
Como mencioné el que importa en el presente artículo es el constructivismo de la justificación epistémica, pero mencionaré algo del primero.

			Boghossian,
En el prefacio de

					Rorty, Richard. . Trad. de Ángel Manuel Faerna García Bermejo. Barcelona: Paidós, 2000.Richard Rorty,
Boghossian

					De Santillana, Giorgio, . Trad. Juan Rodríguez Chicano. Buenos Aires: Antonio Zamora, 1960.Giorgio De Santillana,
Boghossian
De Santillana,

					Rorty, Richard. . Trad. Jesús Fernández Zulaica. Madrid: Cátedra, 1989.Richard Rorty,
Boghossian alude también a Wittgenstein, quién conoció algunas prácticas de la tribu africana de los Azande, y cuestionó si realmente se puede argumentar desde nuestro punto de vista que están equivocados: '¿Es acaso incorrecto que esas gentes consulten un oráculo y se guíen por él? Si llamamos 'incorrecto' a lo que hacen, ¿no estaremos partiendo de nuestro juego de lenguaje y
Boghossian
'(Observación) Para cualquier proposición observacional p, si S tiene la impresión visual de que p, y se cumplen las condiciones circunstanciales D, entonces S está
'(Deducción) Si S está justificado en creer que p, y p implica q de manera aceptablemente obvia, entonces S está justificado en creer que q'.
'(Inducción) Si S ha observado de manera suficientemente frecuente que un evento del tipo A ha sido sucedido por un evento del tipo B, entonces S está justificado en creer que todos los eventos del tipo A serán sucedidos por eventos del tipo B'.
Boghossian les llama 'a priori', cf.

					Searle, John. “¿Por Qué Creerlo?”. , 170 (2011): 21-24. John Searle, '¿Por qué creerlo?',
Parte fundamental del problema en la disputa Galileo-Bellarmino es que se pretendía que Galileo presentase su afirmación como una mera hipótesis matemática, cuando él afirmaba que era un hecho físico. Sobre el significado de 'hipótesis matemática' en este conflicto, véase Gal, Ofer. “Airplanes and Inquisitors: Reflections on Skeptics and Anti-Realists”. , Article 145 (2021).Ofer Gal, 'Airplanes and Inquisitors: Reflections on Skeptics and Anti-Realists
Este argumento es el central de la postura de Gabriel contra el constructivismo; Gabriel le llama el boomerang argumentativo. Véase Gabriel, Markus. . Trad. Enrique G. de la G. México: Océano, 2016.Markus Gabriel,

					MacFarlane, John. “Boghossian, Bellarmine, and Bayes”. , 141(2008): 391-398. John MacFarlane, 'Boghossian, Bellarmine, and Bayes', Philosophical Studies, 141(2008), 391-339 [traducción propia].

			Por ejemplo, Sols, Ignacio. . Madrid: Digital Reasons, 2021.Ignacio Sols,
De Santillana,
Imposible profundizar en la magnífica exposición de la personalidad de Bellarmino que ofrece De Santillana, completamente alejada de la del fanático religioso que se rehúsa a ver en el telescopio, sino como la del teólogo papal con mentalidad apologética y prudencia política, formado en la Compañía de Jesús de la Contrarreforma. Un hombre pragmático, ya en el final de su vida, sin mayor entendimiento e interés por la ciencia, pero quién siempre pidió consejo a sus compañeros jesuitas astrónomos Clavius y Grienberg.

			Dicha recomendación provenía de otra problemática: la de los argumentos teológicos de los reformadores protestantes.

			De Santillana,
Galileo se rehusó a incorporar el descubrimiento de Kepler sobre las órbitas elípticas.

			De Santillana,
Véase Lonergan, Bernard. . Trad. Francisco Quijano. Salamanca: Universidad Iberoamericana / Sígueme, 1999. Bernard Lonergan,
La relación entre sentido común y ciencia aún es hoy algo disputado. Ferraris que defiende el sentido común considera sin embargo que el heliocentrismo es algo que llama ontológico (de la realidad misma) y no epistemológico (científico). 'Es importantísimo no confundir ontología y epistemología. De otro modo, vale el 'no hay hechos, sólo interpretaciones', un principio por el que -como hemos visto hablando de 'desobjetivación' en el primer capítulo- se puede llegar a sostener que Bellarmino y Galileo tenían ambos razón, o que incluso el primero tenía más razón que Galileo, quien tuvo por tanto lo que se merecía. Esta es una prueba evidente del hecho de que, si abandonamos la referencia a un mundo externo estable e independiente de esquemas, todo es posible, puesto que esta decisión interfiere con decisiones prácticas (políticas y morales), y no solo con constataciones teóricas'. Ferraris, Maurizio. . Trad. José Blanco. Madrid: Biblioteca Nueva, 2013.Maurizio Ferraris,
Aunque esto fue añadido por el pastor protestante Osiander, pero Bellarmino no tenía manera de saberlo.

			De Santillana,

					Fernández-Ramírez, Baltasar. “En defensa del relativismo. Notas críticas desde una posición construccionista”. , 60 (2014): 1-36.Baltazar Fernández Ramírez, 'En defensa del relativismo. Notas críticas desde una posición construccionista
Puede verse un muy buen resumen de la posición de Fernández Ramírez y de varios puntos analizados aquí en Guzón Nestar, José Luis. “Paul Boghossian: realismo como anti-relativismo en el entorno de ‘El miedo al conocimiento’”. LXVII, núm. 94 (2018): 137-154. José Luis Guzón Nestar, 'Paul Boghossian: realismo como anti-relativismo en el entorno de 'El miedo al conocimiento'',
Debo esta valiosa sugerencia a uno de los revisores del artículo.