Prometeo encadenado o la universidad fabulada
En-claves del pensamiento
Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de MonterreyLas promesas situadas en la universidad han claudicado y han quedado encadenadas -como Prometeo- al trastocarse sus pretensiones. En este escrito se busca atisbar situaciones propicias para la universidad, apreciando sus condicionantes por el neoliberalismo y el mercado, sus retos generalizados tanto de afuera como de dentro, y sus problemáticas para construir un mundo común en un capitalismo globalizado. Así, se pretende visibilizar las amenazas que se ciernen sobre la universidad contemporánea que nos obligan a adentrarnos en lo que ella habría de ser, buscando su incondicionalidad y labor crítica, pues de otra forma, estamos frente a una universidad, que ya no existe, pero la imaginamos, y estamos atrapados en una fábula.

			Históricamente la instauración de la moderna universidad pensada con Kant y Humboldt buscaba bases fundantes sólidas. Estas bases tendrían que ser fuertes para resistir y superar las interferencias externas, y la idea de esa universidad moderna fue un grupo de ideas como son la idea de razón y de cultura.

			

				

				

					
Viendo la realidad como la que acontece, hoy día más que nunca parece que la universidad ha de tener que ser un sitio para la discusión y el debate, para la negociación, para la política y para la construcción de un mundo común que nos involucre en un proceso de entusiasmo basado en la pasión y en la imaginación. La universidad ha de ser libre de los mecanismos de control, porque en nuestros tiempos de mutación digital, los automatismos técnicos están tomando el control de la
La universidad, al igual que el sistema de salud, padece las amenazas de privatización más que ninguna otra institución pública. Recordemos algunas de estas acciones a lo largo de las últimas décadas. La primera de ellas es la Comisión Trilateral que se reunió en Nueva York en 1973 y elaboró -bajo la presidencia de David Rockefeller- una estrategia contra la expansión incontrolada de los sistemas públicos de enseñanza. Tal Comisión hizo un diagnóstico input/output en términos económicos de los sistemas educativos y consideró que se estaba gastando exponencialmente en materia educativa y malgastando esos recursos; que el acceso masivo a la universidad era contraproducente porque podría convertir en ingobernables las democracias. La universidad tenía que producir una élite, tanto política, como intelectual, cultural y científica. En 1973 se inicia lo que podemos llamar una 'nueva ideología' acerca de la universidad; se trata de la ideología de la Planeación en Educación Superior. En Tallahasee, Florida se reunieron -a lo largo de la década de los setenta- dirigentes universitarios fundamentalmente americanos del norte y del sur y algunos europeos, en donde diseñaron lo que sería el Nuevo Espacio Universal de la Educación Superior; es decir, se fraguaba la disolución de la universidad pública -fundamentalmente latinoamericana- en espacios mixtos, alternativos, de instituciones públicas, privadas o privatizadas de educación superior. El posterior Consenso de Washington en los ochenta y la incursión definitiva y definitoria del Banco Mundial y el FMI en la Educación cierran el círculo. En abril de 1998, la Organización Mundial de Comercio hizo público un documento del control del comercio mundial. Entre los sistemas de control del comercio mundial, se insistió en convertir a la Educación Superior en un elemento del mercado, es decir, en un instrumento de intercambio. Esto significaba transformar la Educación Superior en una mercancía.

			El neoliberalismo no es solo, ni siquiera principalmente, un punto de vista económico, una mirada acerca del Estado y la economía. Es, más en concreto, un tipo de racionalidad rectora y transversal cuya característica principal es la
Al caracterizar el proceso de formación humana -y la propia institución universitaria- como un
El siglo XX estuvo atravesado de brotes de insurgencia y proyectos renovadores para la institución universitaria tanto en Europa como en Latinoamérica. Baste recordar el agitado intervalo que va entre la Córdoba de 1918, el mayo francés y el octubre mexicano del 68.

			La Reforma de Córdoba no es simplemente una reforma administrativa en una Universidad de provincias muy importante, sino que en Córdoba se produce cuando se despliega sobre el mapa americano la Revolución mexicana, cuando se están sintiendo sobre nuestra América Latina- las primeras influencias de la Revolución Socialista de 1917 en Rusia, cuando la Revolución mexicana se ha asentado en un primer período y comienza el proceso de creación de un Estado fuerte. Si hablamos de José Vasconcelos, hablamos de la creación de una escuela popular, mexicana, revolucionaria, americana, indigenista. La Revolución pudo unir a la gente más interesante de toda América. Por su parte, José Ingenieros, el gran pensador argentino, el autor de
El año 1968 no fue solo el 'Mayo del 68'. 1968 es el
Las luchas en los contextos universitarios resultaron ser multicausales, pero las luchas de los pasados años se han conformado de modo diferente que las contiendas típicas de las universidades clásicas. De este modo, puede verse la configuración de un nuevo lapso de luchas, un nuevo ciclo marcado por la completa superación de la figura clásica del estudiante.

			

				

				Paolo Do, 'No future', en
Una precarización generalizada, sea por las condiciones de trabajo, los términos de los contratos o la remuneración de los profesores, las nuevas exigencias curriculares para la promoción académica sujetas a un baremo neoliberal, todo ello se ha modificado significativamente. La mayoría de los profesores están contratados de tiempo parcial, los que están de tiempo completo no tienen un contrato a largo plazo y en algunos de los países que lo tienen, no hay seguridad. Esos cambios constituyen un deterioro en los términos y condiciones del empleo académico, de ahí que los académicos sean afectados por las tendencias en las universidades del mundo con la rendición de cuentas, la masificación, los controles gerenciales, el deterioro del apoyo financiero de fuentes públicas y otras. Se las ve como reformas necesarias para encontrar las necesidades de un nuevo siglo y las condiciones cambiantes.

			

				

				

					
Ante esta realidad todos sabemos y vivimos lo inhóspitas que pueden llegar a ser nuestras instituciones superiores hoy. Además, la transformación de la universidad y sus dispositivos orientados a organizar, cuantificar y monitorear el trabajo académico sin discutirlo con la comunidad de profesores, todo esto ha hecho que se construya una imagen de trabajo -de tales profesores- como un proceso meramente individual; desde ahí se impulsan actividades individualizadas y competitivas.

			

				

				

					
La carta de la 'desexcelencia' de Artur Aparici y traducida por Jordi Adell, es un interesante testimonio de la crítica a la universidad y la necesidad de interrogar la excelencia y la calidad universitaria:

			Recuperada por la política neoliberal y por el mundo empresarial desde los años 80, la excelencia se apoya en un lenguaje mágico y seductor que despierta cierta sonrisa ya que hay mucha distancia entre los eslóganes de los nuevos managers y la realidad que tratan de construir. Sin embargo, esta sonrisa desaparece cuando analizamos los efectos concretos de una gestión de las cosas basada en la idea de la excelencia: hipercompetitividad, desvalorización de los saberes construidos sobre la experiencia, modificación continua de las prácticas profesionales, precariedad, evaluaciones estandarizadas, todo ello provoca efectos negativos de desmotivación, baja autoestima y disminución de la calidad del trabajo.

			Aunque en la universidad la idea de la excelencia ha llegado más tarde que en otros ámbitos, muchos dirían que ha sido acogida con los brazos abiertos, con la fe del converso. En el agitado proceso de Bolonia, que consagraba la competitividad entre las universidades europeas, se hacía necesario cuidar la propia imagen de marca universitaria, transformar la propia institución en una máquina de guerra capaz de absorber mayores fondos y los mejores estudiantes y profesores para poder posicionarse en los lugares de prestigio de los ránquines globales. En un contexto de crisis y penuria, la preocupación por la financiación ha impulsado aún más los sistemas de gestión de la investigación y la enseñanza basados en indicadores.

			Tras una década de reformas ininterrumpidas, se observa en la actualidad un progresivo deterioro y no una mejora de la institución universitaria.

			

				

				Esta constatación ha llevado a proponer la idea de 'Desexcelencia'. Lejos de querer significar un llamamiento a la mediocridad o la pereza, la desexcelencia invita a preocuparse por la calidad real y efectiva del trabajo en la universidad, de modo que seamos conscientes de la naturaleza del trabajo que realizamos y de la satisfacción que puede producir. Según este enfoque, inspirado en el trabajo artesanal, la calidad se cultiva conciliando el acto y el sentido, lo que pone en cuestión la actual gestión de las universidades. El llamamiento a la desexcelencia no reivindica la vuelta a ninguna edad de oro, sino que invita a criticar la actual evolución fallida de las universidades. Ver 'Carta a la Desexcelencia' de
Desafortunadamente, la universidad se puede convertir en el escaparate de la ignorancia.

			

				

				En
La cultura escolar en su conjunto y, especialmente la universitaria, se están orientando a una especie de gamificación generalizada del conocimiento, con la consecuente pérdida de sustancia, compromiso y transferencia social. Se trata de saberes 'exteriorizados', donde está suprimida la historia, la memoria, el esfuerzo...donde la formación no genera trans-formación sino solo divertimento, frivolidad e insignificancia. Las universidades van camino de convertirse en 'parques temáticos'. Es decir, nos estamos convirtiendo en lugares de prolongación de la minoría de edad y aparcamiento de un núcleo muy importante de juventud que, por las circunstancias del mercado de trabajo, no encontraría acomodo profesional. Cabría aquí recordar que, en 1995, la fundación Gorbachov, reunida en San Francisco, hizo un estudio sobre la viabilidad de los sistemas de educación. La proyección de aquellos datos, hoy daría una cifra escalofriante: casi 8 000 millones de habitantes en el planeta, pero para que el sistema capitalista permanezca operativo y funcionando a tope con una buena base de formación y de producción, realmente los indispensables desde el punto de vista profesional son menos del veinte por ciento de esa población, unos 1 500 millones. ¿Qué hacemos con el resto? Bueno, las pandemias, el hambre, la crisis del agua, de vez en cuando una gripe asesina, la malaria, algunos nuevos virus letales, unas cuantas guerras… Ellas se pueden encargar de una parte, pero… ¿y el resto? Al resto lo necesitamos como consumidores modernos, generaciones 'pantállicas' y, por tanto, tenemos que proporcionar una formación de entretenimiento, virtualizada, de vidas en metaverso.

			

				

				Lo revelador de la noción actual de ciudadanía, ordenada en torno al ocio, al consumo y a la felicidad individual, es que viene a responder, casi de manera directa, a los términos contenidos en lo que se puede considerar como el texto programático del liberalismo decimonónico —
En otros textos se ha aludido a la jibarismo funcional, como metáfora de un pensar disminuido y los riesgos de una educación neoliberal.

			

				

				'La educación neoliberal impulsa una campaña de adiestramiento que muestra una esfera donde existe un ";orden"; mundial que manifiesta un sentido de ";verdad"; y de lo ";real";, que se expresa en todos los aspectos de la vida, y ante el cual, es mejor convertirse en vasallo que en opositor. Su carácter aparece siempre dulce, hermoso, querido, deseado, mientras que, en el trasfondo, oculta la terrible violencia donde se amparan sus discursos, su accionar y su pensamiento'.
Sin mundo común no hay espacio público, que es lo que está en el 'entre'
El ámbito de las 'maravillas' es el espacio de la
No es extraño, por tanto, que el capitalismo globalizado haya globalizado sobre todo la pérdida de memoria; no es extraño, además, que haya acabado con los relatos, con las condiciones mismas de todo
Ya desde 1988 Rancière denunciaba la aparición de un nuevo consenso en materia educativa, un consenso que atravesaba todo el espectro político. Según su análisis, tanto los sectores conservadores, preocupados básicamente en orientar la formación al mercado y a la productividad, como los sectores progresistas, interesados en la igualdad de oportunidades y en el ascenso social, estaban de acuerdo en que la universalización de los conocimientos científicos y la eficacia de sus aplicaciones garantizarían dos cosas: 'la consecución feliz desde la formación escolar hasta la empresa económica', y la armonía entre 'la promoción de los individuos emprendedores y el bien de la comunidad'.

			

				

				

					
Rancière señalaba también que no existe -y este es el punto clave- ninguna continuidad entre la institución educativa y el mercado, puesto que pertenecen a ámbitos distintos, que su diferencia no es de grado sino de naturaleza. Como señala Valerio López, 'la escuela no es, ni ha sido nunca, una institución de preparación para el mundo del trabajo, sino más bien lo contrario, una institución capaz de ofrecer un espacio y un tiempo especial, separado de las demandas y urgencia que el trabajo impone'.

			

				

				

					
Este es el esquema que guía hoy al gran 'negocio de la educación', tanto en su faceta investigadora como formativa. Las universidades, atrapadas como están en esta lógica de la competencia, tienen que salir a buscar
Defender el carácter público de la escuela significa, por una parte, defender la escuela como un lugar separado y protegido de las demandas y urgencias impuestas por aquello que es meramente necesario, para abrir así un espacio de libertad, de posibilidad, donde se pueda disponer del tiempo y la tranquilidad para hacer otras cosas, es decir, defender la escuela como un lugar de ocio. Por otra parte, implica también transformar el ocio en estudio, es decir, pensar los dispositivos que permiten sostener el ocio en cuanto tal, sin ceder a la tentación de transformarlo en trabajo o en entretenimiento.

			

				

				
Al colocar a la universidad al servicio de las supuestas demandas sociales -que en el fondo son, como hemos visto, tan solo las demandas del mercado-, el neoliberalismo promueve un desinterés por la conservación y la transmisión
El problema de la democracia es un problema de apremiante actualidad. En el mundo occidental, que es el único en el que la democracia liberal está realmente consolidada, están surgiendo corrientes políticas autoritarias que, sumadas a la desafección y a la apatía de grandes sectores de la población -en particular de los jóvenes-, están poniendo en riesgo las instituciones, los valores y los consensos construidos en los últimos doscientos años de historia. Desde luego, no es la primera vez que esto sucede en Europa y en otras partes del mundo. En su fase actual, el neoliberalismo es profundamente
Más allá de lo paradójico de que los sectores progresistas, de izquierda, hoy se vean abocados a defender la democracia liberal -habida cuenta de que, hace tan solo cincuenta años, querían acabar con el capitalismo-, lo interesante para nuestro análisis es observar cómo la racionalidad neoliberal genera efectos de 'des-democratización'. Uno de estos efectos apareció enunciado más arriba, en uno de los textos de Alba Rico, y tiene que ver con la erosión de la memoria colectiva, con la destrucción de las condiciones de posibilidad de todo relato o legado simbólico. El neoliberalismo nos invita a vivir en una suerte de
Los autores neoliberales nunca han mostrado demasiado interés por el problema de la democracia. Su manera de comprenderla es meramente instrumental. Para ellos en efecto, el sistema democrático es solo una 'regla' (o un método institucional) para la formación de mayorías políticas. La idea de que la ciudadanía, a partir de la deliberación pública, pueda obtener una opinión formada y razonada sobre los asuntos que le atañen es, según estos autores, pura quimera.

			

				

				Es cierto que este problema no atañe solo a la concepción instrumental de la democracia, sino a toda forma de vida democrática, precisamente porque apuesta por la libertad. Sin embargo, al hacer de la democracia tan solo una regla o un método de procedimiento, los autores neoliberales ignoran el hecho de que esta requiere de cierta cualidad de ciudadano, de cierta clase de
Pensamos que mito de Prometeo encaja perfectamente como metáfora en nuestras reflexiones en torno a la universidad, ya que se nos presenta como el gran benefactor… Los medios que utiliza son éticos y contrahegemónicos; la hegemonía la representa Zeus, que es burlado. Prometeo le ofrece huesos bajo apariencia de carne… Roba el carro de Helios y procura nuevamente el calor a los hombres. Otorga el fuego a la humanidad, o lo que es lo mismo, le entrega el conocimiento para que sea autónoma y no dependa del poder de los amos. Esa osadía es castigada cruelmente por los dioses; pero el mito del Prometeo encadenado, condenado a un atroz tormento por desafiar el orden establecido, continuaba con dos leyendas que quedaron incompletas: la del Prometeo liberado y la del portador del fuego. Sería el símil prometeico de la misión de la universidad. La promesa del que profesa (el compromiso del profesor/a); la promesa como compromiso…

			Siguiendo a Derrida afirmamos que la universidad moderna
Derrida, por supuesto, es consciente de la crítica y al mismo tiempo, crítico, de los errores históricos del humanismo, así que anuncia lo que él denominará: las 'nuevas Humanidades' que dan cuenta de la incondicionalidad. Y aunque fácticamente no existe tal universidad, sin embargo, por su vocación y su esencia debería ser un espacio de resistencia crítica. Y esta inspiración ha de hacer frente a las fuerzas y poderes que la intentan doblegar con posiciones dogmáticas. De este modo, 'la universidad debería, por lo tanto, ser también el lugar en el que nada está a resguardo de ser cuestionado […] Por eso hablamos […] de deconstrucción'

			

				

				
En la realidad contemporánea es relevante señalar que el saber se constituye como una serie de bloques o silos separados que conjuntan datos. Estos habrán de ser verificados mediante registros y tentativas que evalúan el conocimiento obtenido y con ello adjudicarse las credenciales que atestiguan la certificación del saber. Sin embargo, estas evidencias son únicamente atestaciones que manifiestan tal prueba, pero no dan cuenta de alguien que verdaderamente sabe. Y esto tiene fines estratégicos e instrumentales en tanto certifican los recursos obtenidos para poder desempeñar alguna profesión y no para saber y engrandecernos en nuestro ser. El saber no se busca
En este tenor, la búsqueda del conocimiento pierde su
Así lo ha dicho Joan-Carles Mélich cuando asienta que 'en el genuino acontecimiento ético la relación con el otro no puede seguir calificándose de poder. El poder es la afirmación orgullosa del yo frente a la alteridad del otro. El poder es, en definitiva, fusión. El poder absorbe la alteridad del otro y/o bien lo destruye, o bien lo convierte en parte de sí mismo. El otro ya no es él, sino yo'.

			

				

				

					
No se busca aniquilar a los demás en un ánimo de competencia y autosuficiencia en los espacios del saber, sino que, con el conocimiento se ha de procurar la cooperación mutua que engrandezca a la humanidad. De este modo 'poder y ética son incompatibles, pues en el instante en el que aparece una relación de poder, desaparece el amor, la responsabilidad, la compasión y la simpatía. Donde hay poder no hay esperanza y donde no hay esperanza no hay ética.

			

				

				
Constatamos hoy el tiempo hostil que nos toca vivir; tiempo de crisis, relativismo e incertidumbre, donde parecen haberse agotado los viejos anclajes, donde se derrumban las ideologías o se reconvierten, donde los desafíos radicales desaparecen y los 'imperecederos'
En este contexto asumir el reto de educar 'para…', hablar 'de' educación, pensar 'sobre…', construir discursos 'hacia… termina siendo un ejercicio de funambulismo. Y es que educar hoy, sobre todo 'desde' la reflexión ética, no deja de ser una apuesta en la cuerda floja. La pretensión, pues, no es otra más que la continuidad en la profundización de aquellos vértices que -desde el lugar de lo pedagógico- coadyuven a la construcción y deconstrucción del discurso ético. Se trata entonces, de descubrir los parámetros desde los que repensar pedagógicamente lo constituido, de rediseñar las coordenadas de un pensamiento crítico que desafíe
Como educadores el primer compromiso que nos corresponde es la generación de vida, la confianza en la capacidad de aprendernos, repensarnos y transformarnos. Partimos pues, del reconocimiento de la tarea educadora como consustancial a todo ser humano y de construir 'seres para la humanidad'. El tono de nuestra reflexión, por tanto, ha de ser tan crítico como esperanzado, tan denunciante como anunciante. Se trata de bordear el optimismo y de reescribir la esperanza entre las grietas.

			Todas las épocas tienen sus fantasmas. Y ahora -otra vez- ante la multidimensional confusión resurge 'la educación', 'la escuela', 'la academia', 'el magisterio' como el lugar de concentración de las miradas y de las exigencias para la siempre deseada y nunca conseguida 'regeneración social', 'redención nacional'. Es el ya viejo hábito de señalar a la escuela como la correctora de todos los vicios y carencias; al tiempo, el papel del educador y del que piensa sobre la educación permanece minusvalorado en todos los órdenes.

			El espacio educativo institucional aparece como el campo de batalla para la prevención y/o erradicación de todos los males sociales. Si el maestro fracasa, la sociedad democrática fracasa. La institución educativa -en todos sus grados- se convierte en el lugar de desalojo de las violencias y los discursos del odio, de las desigualdades, del segregacionismo, las adicciones, la marginalidad de cualquier tipo; como el único espacio público que nos va quedando para la construcción de comunidad, para el aprendizaje de la convivencia y el auténtico ejercicio de la ciudadanía, para la asunción del compromiso a rescatar en la conquista cultural: la redefinición de lo político y con ello el papel del 'ser social'. Creemos, por el contrario, que la sociedad ha de reivindicar la educación como cuestión central, y desde ahí se ha de rescatar lo pedagógico como el espacio por excelencia para la reconstrucción sociopolítica y para el rediseño comunitario.

			El reclamo no deja de tener fundamento, pero mucho habrá de cambiar el panorama de los interventores educativos para poder convertir la exigencia no sólo en posibilidad, sino en condición de justicia. Mientras tanto vivimos una suerte de caos -primero que nada conceptual-, una especie de hemiplejía intelectual, una esquizoide extravagancia epistemológica que deriva en la pérdida de la brújula y el encallamiento de la flota.

			A pesar de todos los errores, paradojas y contradicciones, es impensable renunciar a la tarea educadora como alternativa y de una misión pedagógica de la sociedad que involucra una pedagogía de saberes y valores. Sabiduría y moral, conocimiento y ética, son elementos que tendrán sentido únicamente desde una concepción de lo pedagógico, cuya misión propicia otros constructos.

			Con todo lo esgrimido en las líneas que conforman este texto, proponemos, entonces, un saber sin poder, un saber inscrito en la complejidad, una complejidad anti-hegemónica, en la concertación comunal de quienes participan de él, como diría Hannah Arendt.

			

				

				

					
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			Esta constatación ha llevado a proponer la idea de 'Desexcelencia'. Lejos de querer significar un llamamiento a la mediocridad o la pereza, la desexcelencia invita a preocuparse por la calidad real y efectiva del trabajo en la universidad, de modo que seamos conscientes de la naturaleza del trabajo que realizamos y de la satisfacción que puede producir. Según este enfoque, inspirado en el trabajo artesanal, la calidad se cultiva conciliando el acto y el sentido, lo que pone en cuestión la actual gestión de las universidades. El llamamiento a la desexcelencia no reivindica la vuelta a ninguna edad de oro, sino que invita a criticar la actual evolución fallida de las universidades. Ver 'Carta a la Desexcelencia' de Aparici, Artur. “Carta de la ‘desexcelencia’: salvemos la universidad”. 2009. .Artur Aparici. Disponible en https://es.scribd.com/document/320456721/Carta-de-La-Desexcelencia, y en https://elbonia.cent.uji.es/jordi/2014/09/14/carta-de-la-desexcelencia-salvemos-la-universidad/.

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Es cierto que este problema no atañe solo a la concepción instrumental de la democracia, sino a toda forma de vida democrática, precisamente porque apuesta por la libertad. Sin embargo, al hacer de la democracia tan solo una regla o un método de procedimiento, los autores neoliberales ignoran el hecho de que esta requiere de cierta cualidad de ciudadano, de cierta clase de
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