Sobre la paz. Una lectura de la filosofía de Ignacio Ellacuría
En-claves del pensamiento
Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, División de Humanidades y Ciencias SocialesEn el presente artículo hemos reunido diversos textos del filósofo y teólogo Ignacio Ellacuría, destacando su idea de paz, y cómo en esta es importante también la idea de cuidado. En el escrito, destacamos dos aspectos centrales de su obra, la fundamentación y la historización, mostrando la necesaria armonización entre teoría y praxis que caracterizaban sus obras y su vida. En particular, hemos seleccionado textos de la última década de su vida (1979-1989), escritos en El Salvador, queriendo develar cómo es que la definición propuesta cobra sentido en el contexto de violencia que vivía este país, producto de la desigualdad estructural y de la guerra; pero, por otro lado, conversando con la filosofía de quien fuera su maestro, Xavier Zubiri, para ahondar en la necesaria y radical presencia del cuidado en la vida humana. Más allá de este, de entender teóricamente la relevancia de conceptos como generadores de posibilidades y capacidades para la humanización del ser humano, el texto muestra la importancia para Ellacuría de dar ese paso con la convicción de que debe haber también acciones concretas que permitan hacer posible su efectiva realización en un determinado presente y lugar. Para ello, genera unos mínimos universalizables para una vida digna y equilibrada que también presentamos como propuesta, nos referimos a la Civilización de la Pobreza.

			En los años ochenta, el filósofo Ignacio Ellacuría escribió una serie de documentos donde reflexionaba sobre la situación bélica que vivía El Salvador, examinando su contexto histórico desde el anhelo y trabajo incansable por alcanzar la paz.

			El Salvador fue el país que dio la segunda nacionalidad al filósofo de origen vasco, luego de un importante itinerario de vida que le ha convertido en una persona fundamental para la historia de acuerdos tras los conflictos armados que tenían al país en un espiral de violencia que recaía sobre todo en los más empobrecidos

			

				

				'Mediador principal de la guerra civil', le llama
En adelante, revisaremos los textos ellacurianos de esos años, que coinciden también con la última década de su vida. Como sabemos, Ellacuría fue asesinado el año 1989 y los escritos que revisaremos creemos son ese espacio de intromisión que le permitió examinar las estructuras de la realidad misma y denunciar las anomalías que sostenían las injusticias; no obstante, paradojalmente, en estas ideas encontraron personas motivos para acabar con su vida, convirtiéndolo en un mártir de las causas de paz.

			Mil novecientos setenta y nueve será nuestro año de partida para la revisión de los textos. En este año se inicia la última década de vida de nuestro filósofo, pero también lo que algunos libros de historia señalan como el año oficial del inicio de la llamada guerra civil en El Salvador. No obstante, las rebeliones y enfrentamiento ya llevaban otra década de formación de pactos y grupos armados que venían a enfrentar ideologías políticas que se daban también en otros lados del mundo, así como sospechas de una fallida democracia que puso al mando al General Carlos Romero, acusada su elección de 'fraude electoral', y a quien se le señala entre los que ordenaron la masacre estudiantil de julio de 1975 en la capital del país. Así es como una ola de asesinatos comienza ya a mediados de los setenta y da título también a una 'crónica del mes' (agosto de 1979) que recientemente la revista de Estudios Centroamericanos (ECA), de la Universidad Centroamericana de San Salvador (UCA), nos recuerda.

			

				

				Universidad Centroamericana de El Salvador. '
En aquellos años, escribe Ellacuría una serie de escritos sobre el papel político de la universidad. En estos explica cómo la politización es relevante para que la universidad misma se potencialice

			

				

				

					
Sobre la universidad como realidad histórica dice:

				Esto significa negativamente que no existe la Universidad o una Universidad que deba implantarse en todos los tiempos y en todos los lugares. […] La Universidad nace en un momento determinado de la historia para responder a unas necesidades determinadas y con unos medios determinados. Toda Universidad viva y no mecánica debe reproducir ese mismo movimiento. La única forma de reconocer la unidad conceptual y real de la Universidad es concibiéndola como una realidad histórica.

			

				

				
Y significa positivamente que las universidades tienen tiempo y lugar, pero también proceso. No da lo mismo entonces decir universidad, cuando la universidad es centroamericana, norteamericana o europea; tampoco cuando estamos en determinada fecha, los sesenta o los dos mil. Sobre el proceso dice:

				Si ha de ser histórico, debe asumir opcionalmente la realidad desde lo que son exigencias reales y posibilidades reales, instancias y recursos. Para ello debe conocer la realidad histórica -la de hoy- en su concreción total. Debe también proyectar y configurar su presente desde lo que la realidad se presume que va a ser y se quiere que sea.

			

				

				
Desde aquí hace la distinción entre lo que las universidades son y deben ser, pues estas
Ellacuría llevaba ya una década en cargos directivos al interior de la UCA. Entre otros cargos destacan el haber sido nombrado Director del Departamento de Filosofía en 1972 y en 1979 rector de la misma institución. En ese entonces, El Salvador se encuentra ante una dictadura y una incipiente guerra civil que ha cobrado numerosas vidas, entre ellas, personas de gran afecto para Ellacuría, no obstante, se trataba sólo de la antesala de una década aún más trágica.

			

				

				Comienza la década con la matanza de un pueblo entero ('la masacre del Mozote' en 1981), y con el asesinato del Arzobispo de San Salvador, Monseñor Oscar Romero (1980).

			12 Estos antecedentes impactan radicalmente en la vida y quehacer de Ignacio Ellacuría, lo que le permitirá seguir ofreciendo ideas y conceptos filosóficos de cara a la realidad, pero también estrategias que permitan trocarla hacia una dirección donde ya no haya guerra e injusticia, sino cuidado y paz. En 1979 escribió 'Universidad y Política' junto a otros escritos en la línea de lo que habían sido sus estudios sobre la filosofía de Xavier Zubiri, como 'Biología e Inteligencia'. Así también, otros textos sobre la realidad salvadoreña y centroamericana que presentaba también en el programa radial de la iglesia católica YSAX, de San Salvador. El 15 de octubre de ese mismo año se produce el Golpe de Estado

			

				

				Se pone fin al régimen del general Romero por un grupo de jóvenes oficiales de las Fuerzas Armadas de San Salvador que se le conoció como una Junta Revolucionaria de Gobierno.

			13 que se constituye en una fecha a la que dedicó varios de sus escritos. En estos, califica al Golpe como un 'movimiento militar que pretendió poner remedio a la crisis sin los planteamientos, ni las fuerzas sociales adecuados para ello';

			

				

				

					
En 1980 escribe también sobre el 15 de octubre, esgrimiendo ideas que le hacen concluir que se necesita un cambio revolucionario y radical sobre lo que ha estado ocurriendo en El Salvador. Dada las situaciones expresadas y la complicidad de las derechas, es certero en proponer a la izquierda democrática-revolucionaria como la fuerza popular que debía hacerse cargo del país; esto, por llevar adelante la posibilidad de instaurar un gobierno socialista con disciplina y autoridad democrática, de forma gradual y con amplios márgenes de acuerdo que ciertos movimientos demostraban poder hacer, con tal de ir satisfaciendo 'las necesidades objetivas de las mayorías'

			

				

				

					
Desde este año y en lo que fue de la década siguiente, Ellacuría sostuvo una fuerte convicción por la radicalidad de la verdad, esta la abordaba desde sus trabajos filosóficos y desde su lectura y participación en la realidad salvadoreña misma, en los espacios políticos en los que participaba (como sacerdote, como rector y como ciudadano). Por estas razones, en estos años podemos leer alternadamente escritos desde estas distintas locaciones, que configuran también distintos estilos, metodologías y públicos; sin embargo, como indica Carlos Molina en la introducción del tercer tomo de los
La paz era uno de los conceptos de moda en los ochenta; ya muchas muertes y desestabilizaciones políticas daban urgencia a ciertos temas que atravesaban por de pronto la situación en todo Centroamérica, y entonces se hablaba y se acordaba la paz con protagonismos de los partidos políticos, de las fuerzas armadas y de las iglesias, aunque no necesariamente con aquella lucidez y radicalidad que caracterizaba la filosofía zubiriana que había heredado nuestro autor. Revisaremos en lo que sigue alguno de los textos donde se hace cargo de este concepto.

			Ellacuría escribió en los años ochenta mucho sobre la paz, pero principalmente desde su negación: en El Salvador no hay paz. Y la explicación a esa falta de paz la realiza distinguiendo entre aquellas condiciones estructurales de la sociedad, condiciones de miseria en las que la mayoría de la población son arrojadas cotidianamente; y a las condiciones de guerra que conlleva no solo violencia armada, enfermedades y muertes, sino también desaparecidos, desplazados, y destrucción de la infraestructura básica del país

			

				

				

					
Para Ellacuría, Centroamérica es ejemplar como espacio de histórica violencia que toca de muy cerca a los países vecinos que son de relevancia mundial, pero que por lo mismo, por encontrarse al borde de un México grande y complejo, y una Sudamérica con sus propias luchas bolivarianas, sanmartinianas y el peso del gigante Brasil, ha quedado solamente como aquel
Centroamérica es hoy, sobre todo en su configuración política y económica, un lugar iberoamericano donde la presencia y la injerencia norteamericanas son más grandes. No se trata de un influjo cultural directo. Aunque las pautas consumistas exportadas por las mercancías y por los medios de comunicación causan su efecto, todavía las grandes masas populares apenas han entrado en el circuito consumista de productos y patrones culturales, a los cuales no tiene acceso directo. El influjo determinante norteamericano se da a la hora de poner límites a la autodeterminación de los pueblos centroamericanos, de poner límites a la soberanía nacional […] Esta gravísima y prolongada intromisión puede traer como consecuencia directa el buscar otro tipo de intromisión, que pueda hacer resistencia a aquella. Lo cual por un lado puede llevar a la corta a un endurecimiento del conflicto y de la crisis, pero por otro puede llevar a una seria ";desnaturalización"; y a una nueva forma de colonización.

			

				

				
¿Qué hacer ante esto? -se pregunta-. Pues no está solo en peligro la paz, sino 'el ser y no ser de los pueblos'.

			

				

				
En este texto escrito el 21 de abril de 1983 en San Salvador, Ellacuría proyecta la necesidad de una nueva civilización, con unas características que ya empieza a trabajar. La paz es el norte, y con ella la justicia, la solidaridad, y la dignidad que significa poder tomar las riendas de la vida para la autodeterminación de la misma, en comunidad. Desde aquí, es posible releer los textos de comienzo de los años ochenta que refiere a la paz y a los acuerdos por la misma, y ver cómo la revisión de actores y propuestas se repiten: políticos, iglesia (en singular), militares, con protagonismos que se alternan según la referencia del acuerdo. No obstante, para Ellacuría seguirá siendo importante el diálogo, el diálogo -eso sí- entre quienes pretendan ser verdaderos artífices de la paz.

				Volver a las raíces, como forma novedosa de buscar la paz, tiene sentido para variadas teorías filosóficas que ven en su quehacer la revisión crítica de la identidad, como la filosofía decolonial o la filosofía intercultural; pero, aunque son teorías filosóficas que no trabaja explícitamente nuestro autor, sí proporciona desde allí ideas importantes para una fundamentación de la paz, considerando una cierta ética que podríamos llamar del cuidado, como propuesta a nuestras convivencias. En adelante, veremos cómo asume estos desafíos desde unas interlocuciones con la obra de Xavier Zubiri:

			Como podemos inferir, referirnos al cuidado o a una ética del cuidado en un escrito sobre la filosofía ellacuriana requiere de una reflexión radical o fundamental de base. Esta fundamentación, que siempre acompaña las propuestas de nuestro autor, la realizará en un marco antropológico-filosófico en gran medida apoyado en las teorías de Xavier Zubiri. En adelante, repensaremos entonces esta ética a partir de la noción zubiriana de persona y de su dimensión social, las que Ellacuría rescata para su propio análisis y los propósitos comentados.

				En primer lugar, situaremos la ética del cuidado desde el problema humano planteado por Zubiri en las últimas líneas de
inteligir y sentir no sólo no se oponen, sino que, pese a su esencial irreductibilidad, constituyen una sola estructura, una misma estructura que según por donde se mire debe llamarse inteligencia sentiente o sentir intelectivo. Gracias a ello, el hombre queda inadmisiblemente retenido en y por la realidad: queda en ella sabiendo de ella. Sabiendo ¿qué? Algo, muy poco, de lo que es real. Pero, sin embargo, retenido constitutivamente en la realidad. ¿Cómo? Es el gran problema humano: saber estar en la realidad.

			

				

				

					
La búsqueda de ese saber estar en la realidad es el punto de partida para repensar la reconstrucción de una ética del cuidado. Es un problema que asume y se apropia primariamente la inteligencia sentiente en el ámbito de la unidad indisociable compuesta de teoría y praxis. La fórmula
En el cuidado no solo está en juego la función de la inteligencia sentiente al modo zubiriano, sino también pensamos que está la función del sentimiento afectante como un 'modo de estar acomodado tónicamente a la realidad'

			

				

				

					
Ellacuría asume en líneas generales la propuesta zubiriana en torno a estas caracterizaciones fundamentales del ser humano. Con todo, agrega una modalización a esta función primaria de la inteligencia sentiente que permite comprender no solo la función aprehensiva, sino también la función transformadora de la inteligencia respecto de la realidad: encargarse de la realidad y cargar con la realidad. En este plano, la dimensión social resulta crucial. El fundamento antropológico del cuidado consiste en el reconocimiento de que el ser humano no es viable en el mundo sin que las demás personas en tanto realidad se hagan cargo de anticipar el ámbito en el que sea posible la vida humana. Desde este rasgo, tenemos que recurrir a determinada caracterización antropológica de la técnica apuntada por Zubiri.

				La técnica tiene por función, en una primera aproximación, crear realidades instrumentales para resolver, mediante posibilidades y capacidades, determinada situación. En un plano todavía más radical, su función es anticiparse a la situación y tratar así con la realidad como fuente de invención. Para el cuidado esto es fundamental, porque el ser humano crea realidades y posibilidades para cuando los otros necesiten enfrentar una determinada situación de manera anticipatoria: 'lo propio de la técnica no es hacer instrumentos para situaciones que no se han presentado y nunca se van a presentar; es hacer en una situación instrumentos que no sólo sirven para resolverla, sino que previenen todas las demás situaciones.

			

				

				

					
El cuidado requeriría, por una parte, de la capacidad humana para anticiparse a determinadas situaciones y, por otra, de las posibilidades que surgen de esta anticipación las que se entregan como condición de viabilidad de la persona a nivel individual y especialmente social. Esto conecta precisamente con la dimensión social propuesta por Zubiri, cuando indica que
A propósito de la conformación de la humanidad, Zubiri indica que esta es un momento de la dimensión social crucial para la noción del cuidado. Lo anterior y, en primer lugar, debido a lo que menciona como
En este punto, Zubiri aporta una caracterización antropológica fundamental para el problema del cuidado en el ser humano que es la creación y realización del mundo humano que permite la viabilidad de la especie. Se pregunta lo siguiente: '¿no será que yo llego a encontrar a los otros en mi vida porque antes los demás se han metido en la mía?'

			

				

				
El mundo humano tendría por función asegurar la viabilidad de las personas mediante la creación de formas de cuidado. El mundo humano es el fundamento no solo del encuentro de unas personas con otras, sino también es el fundamento del cuidado. Desde Zubiri podemos pensar cómo el vector de transmisión biogenética y el vector ligado a la realización de un mundo humano como fundamento de ese encuentro, canaliza el modo en que el hacerse cargo de la realidad incluya un hacerse cargo de la realidad del otro en tanto engendrado. La creación y realización de ese mundo humano da cuenta que ese encuentro consiste primariamente en que los progenitores se han metido en la vida del engendrado para instalarlo en un modo recibido de estar en la realidad, mucho antes incluso que el engendrado pueda ejecutar un acto personal propio de su condición de sujeto libre. El cuidado, en este sentido, se da antes de que haya un acto personal, de relación interpersonal, es decir, antes de que el mismo engendrado pueda decidir, los progenitores lo instalan en un modo recibido de estar en la realidad. El mundo humano está así compuesto de posibilidades. 'El progenitor va dando satisfacción de necesidades o tomando la iniciativa de dar cosas que piensa que aquel de quien cuida las va a necesitar o le van a ayudar'.

			

				

				
Estas consideraciones que parecen ligadas a la biología humana están cargadas de elementos metafísicos que fundamentan nuestra vida. Esto porque lo biológico nos fundamenta, pero no es el único elemento que explica la complejidad de lo social. Tanto el vector biogenético como el vector de entrega de unas formas de vida ligado al fundamento sostenido por el mundo humano constituyen la unidad real de respectividad social y de la convivencia humana. El cuidado requiere de ese fundamento que es una forma de comprender la convivencia compuesta de dichos vectores. De esta manera, el cuidado está en función de la realización de la persona y de la humanidad. Está en función de la conformación del carácter de la niña o el niño en tanto tendrá que hacerse cargo de su propia realidad. Esto no le viene dado en y por sí mismo, sino que se gesta en ese acto en el que los progenitores le han instalado en un modo según el cual su vida no puede comenzar desde cero, sino montada sobre un modo recibido de hacer convivencia con otras personas. La vida humana se hace viable en virtud de la conformación no solo de ese vector de transmisión biogenética, sino también del vector que implica la creación, mediante posibilidades, de un mundo humano, que es el fundamento del cuidado.

				Haciendo una relectura de estas tesis antropológicas fundamentadas en la filosofía de Zubiri, Ignacio Ellacuría agrega contenidos al modo propiamente humano de hacer convivencia.

				Se trata indudablemente de un largo proceso en el cual se va a ir descubriendo lo social y lo personal, lo histórico y lo biográfico. Así se va determinando el ser del hombre por pasos sucesivos: como otros que son ingredientes de mi propia vida, como otros que son como yo, como otros que son otros que yo, pero a los que estoy constitutivamente vertido.

			

				

				

					
La vivencia humana en tanto realidad sentiente e intelectiva se torna, en su dimensión social, en convivencia. El haber humano frente a este respecto requiere de determinadas matizaciones y concreciones estructurales no explicitadas por Zubiri, pero tratadas por Ellacuría como elementos complementarios. La respectividad social estructurada en la realidad humana bajo forma de convivencia proviene de la versión biogenética de transmisión de la vida de progenitores a engendrados. Toda forma de nexo o unión social tiene un fundamento previo que es el de la versión inexorable como fundamento del mundo humano que sostiene viablemente el plano social de convivencia real. Ellacuría destaca el carácter inexorable de esta versión respectiva previa a todo encuentro libremente autodeterminado: 'El carácter primario y radical del nexo entre los hombres no es una unión libremente creada, sino una previa unidad real, una unidad física y 'realizada', que surge necesariamente del carácter específico del animal de realidades'.

			

				

				
Se trata de una unidad dada en la individualidad real de cada cual con las demás realidades personales como factor permanente. Los otros, de esa manera, están entrometidos en la vida de cada cual como un factor previo y permanente que sostiene la viabilidad social. Esto es fundamental para el cuidado. Al menos para esa forma de cuidado que proviene de la creación de formas de vida que sostienen la propectividad de la especie humana como realidad viviente en el mundo. Y esto acontece, dicho de otro modo, porque:

				la realidad del hombre, en tanto que realidad, queda formalmente vinculada a la realidad de los demás. El hombre no está vinculado propiamente a lo que los demás hombres hacen o dicen o son, sino que está vinculado a lo que le dicen en realidad, a lo que hacen en realidad, a lo que son en realidad. Por ello, el hombre se realiza vinculadamente. Vinculación, por tanto, es la 'realización' del nexo social.

			

				

				
El resultado de este vínculo real es todo aquello, como indica Ellacuría, que el ser humano ha ido humanizando, la realización de su morada, sin lo cual o fuera de lo cual queda a la intemperie y desguarnecido. El cuidado ha de darse inexorablemente en el marco de este haber humano y de esta situación problemática que resuelve mediante posibilidades.

				Con estas consideraciones, Ellacuría hace importantes matizaciones al componente social del ser humano próximas al problema del cuidado y su fundamento antropológico. Indica que 'cada individuo lleva dentro de sí a los demás'.

			

				

				
El hombre va desde su propia necesidad biológica al encuentro con los demás; su propia actividad biológica lo lleva a buscarlos, pero al encontrarlos depende de que los demás acudan a él, de que los demás se introduzcan realmente en su vida: son los otros los que vienen realmente al encuentro del niño, los que entran en él.

			

				

				
La necesidad de acudir a los demás se funda en el acto en el que los otros han entrado en la vida del niño y la niña. Desde la perspectiva de Ellacuría, 'la tendencia para buscar amparo se convierte en necesidad de socorro'.

			

				

				
En el mundo humano, constituido por formas de vida y por posibilidades de estar en la realidad, se da la publicidad, como condición de disposición para todos. Por publicidad, Ellacuría entiende: 'la condición de las cosas que realmente pueden ser para cualquiera, porque los demás se encargan de dejar o no dejar que se acceda a ellas'.

			

				

				
Sin embargo, la publicidad da cuenta de que la creación de posibilidades no implica necesariamente que la accesibilidad a estas se dé de suyo para cualquiera. Dicho de otro modo, la publicidad da cuenta de que la accesibilidad no implica que determinadas posibilidades estén garantizadas para todas las personas a determinada altura procesual de la historia. La aporía generada y trazada por este conflicto lleva así a la politización de las posibilidades históricas y, en nuestro problema, a la politización del cuidado. Una forma de problematizar la accesibilidad a estas posibilidades es lo que observa Ellacuría:

				Lo grave está en que este mundo, no porque sea humano, no porque sea hecho por los hombres, es sin más un mundo humanizante, sino que puede ser deshumanizante por múltiples razones y en los campos más diversos: en el campo de lo físico, de lo psicológico, de lo cultural, etc. El mundo que se le ofrece al hombre, que viene a este mundo, puede ser un lugar inhóspito, un lugar alienante; la persona empezará así su tarea de personalización en condiciones sumamente adversas, y esto no sólo para su determinación caracteriológica, por así decirlo, sino para su determinación metafísica, para determinación de su propio ser, de su personalidad.

			

				

				
La figura de la personalidad humana se construye entonces en función de la versión biogenética y también en función del carácter estructural de la convivencia que entrega modos de estar en el mundo. Desde el arranque mismo de la vida de cada cual -destaca Ellacuría- se está en unidad fundamental con los demás, no como un rasgo que se ha constituido en el pasado, sino como un rasgo permanente: 'la realidad de la especie, la realidad de la versión, la realidad del haber público y la realidad de la intromisión no desaparecen y no pueden desaparecer de la vida humana'.

			

				

				
Conectando todos estos elementos fundamentales de la realidad de la convivencia humana con el cuidado como modo de asegurar la viabilidad de la especie dada en el vector biogenético y en el ámbito de entrega de posibilidades, podemos plantear que este rasgo que permite la viabilidad de la especie humana tiene una continuidad permanente. Por eso, tiene también una raíz histórica. Esto implica necesariamente historizar el cuidado y las múltiples formas en las que se materializan sus posibilidades. Asegurar la viabilidad de la persona a nivel individual y colectivo implica incorporar la continuidad permanente y constituyente de la prospectividad histórica como proyección del hacerse cargo de la realidad mediante la creación de posibilidades y capacidades. Como Ellacuría dinamiza los elementos estructurales de la noción zubiriana de la historia, aplica entonces el método de la historización para observar la realización efectiva y la accesibilidad de una posibilidad lograda y su orientación. Historizar significa para Ellacuría: 'ver cómo se está realizando, en una circunstancia dada, lo que se afirma abstractamente como un 'deber ser' del bien común o de los derechos humanos'.

			

				

				Ellacuría,
Que los derechos humanos, la paz o el cuidado deban realizarse no garantiza la realización de hecho de estos en la historia; de ahí que sea necesario plantearnos su politización. Esta politización apuntaría igualmente a considerar la apropiación de un conjunto de posibilidades humanizadoras, puesto que un rasgo fundamental de la historización 'no es el logro alcanzado en un momento determinado, sino la orientación del proceso'.

			

				

				
Las posibilidades que genera la historia no son puramente neutras. Si bien la historia genera posibilidades estas no son necesariamente liberadoras ni todas ellas son de suyo accesibles para cualquiera. Hay posibilidades, como hemos visto en la primera parte de este escrito, que obstruyen la realización plena de la persona y del medio. La discusión no es, entonces, si el ser humano tiene o no que apropiarse de determinadas posibilidades para configurar su personalidad y su estar en el mundo, pues esto está dado por la realidad misma de la persona en su apertura constitutiva. La discusión para Ellacuría es qué posibilidades permiten la liberación y plenitud del conjunto entero de la humanidad, y esto implica reorientar históricamente su dirección hacia una situación más humanizadora y plena.

			Desde aquí, politizar el cuidado significa la búsqueda de la apropiación de un conjunto de posibilidades no solo accesibles para cualquiera, sino posibilidades que estén en función del proceso de humanización de la persona. Así, el cuidado se constituye como una posibilidad liberadora si se aseguran y garantizan sus posibilidades para cualquiera. A Ellacuría le interesaba saber cómo la humanidad, en tanto conjunto cada vez más único y unitario, 
			 
				 
				Por único y unitario se refiere, Ellacuría, a que no somos seres aislados, sino que biológica y socialmente interconectados. Con todo, no quiere decir esto que no sea esta unidad estrictamente dialéctica y dolorosa para las mayorías pobres del planeta. 
			55 puede generar estas posibilidades, puesto que propone que la ética, que surge desde su apropiación, tiene como sentido la humanización de la persona.

			De esta manera, el cuidado es praxis porque proviene de la inexorable tarea y acción de hacerse cargo de la realidad, cargando y encargándose de ella. El cuidado se desprende de una praxis histórica que le permite al ser humano liberar las mejores posibilidades y capacidades para hacerse cargo de su propia realidad y de la realidad de las demás personas, a nivel individual y colectivo.

			Los textos aquí citados fueron relevantes en la última década de vida de nuestro autor. El libro
En un escrito teológico publicado meses antes de su muerte Ellacuría se refiere a los mínimos para vivir en paz. En él muestra que no es posible la justicia, los derechos, o la dignidad para todos los seres del planeta sin ciertos mínimos comunes que garanticen la vida individual y colectiva

			

				

				

					
Los grandes bienes de la naturaleza (el aire, los mares y las playas, las montañas y los bosques, los ríos y los lagos, en general el conjunto de los recursos naturales para la producción, el uso y el disfrute) no necesitan ser apropiados privadamente por ninguna persona individual, grupo o nación y de hecho son el gran medio de comunicación y convivencia.

			

				

				
Así pues, este nuevo orden económico que caracterizará la civilización de la pobreza estará entonces orientado a favorecer la posibilidad de hombres y mujeres nuevas, en una tierra nueva: un espacio con estructuras nuevas que garanticen la paz. Esto, porque en esta nueva tierra se contemplaría como principio fundamental el desarrollo de las estructuras sociales, para ir logrando que el pueblo sea cada vez más protagonista y gestor de su propio destino, y tenga mayores posibilidades de publicidad.

			En el desarrollo de las estructuras sociales el término mayorías cobra peculiar sentido. Se refiere a las mayorías empobrecidas que Ellacuría conoció y entre quienes vivió en El Salvador y Latinoamérica, pues, son estas desde donde surge la forma, el coraje, la fuerza y la capacidad de asumir este proyecto, principalmente desde la convicción y lucha comunitaria. La comunidad, como base de esta nueva sociedad, es la que se irá progresivamente perfeccionando. Este impulso y forma de hacer cultura se opondría a un cierto dinamismo negativo que lleva consigo la búsqueda y el mantenimiento del poder por poder.

			Hablar sobre la paz en Ellacuría es, creemos, en gran parte lo que aquí hemos querido enseñar: historización, fundamentación, esperanza.

		Ellacuría, Ignacio. “Una universidad centroamericana para El Salvador”. En Archivo Ellacuría, disponible en: 1976. [Último acceso: 26 de diciembre de 2022]
Ellacuría, Ignacio. “Universidad y Política”. En Archivo Ellacuría, disponible en: 1979. [Último acceso: 26 de diciembre de 2022]
Ellacuría, Ignacio. “La superación de un 15 de octubre fracasado”. En Archivo Ellacuría, disponible en: 1980. [Último acceso: 26 de diciembre de 2022]
Ellacuría, Ignacio. “15 de octubre de 1979 - 28 de marzo de 1982: Análisis estructural del proceso y de sus resultados”. En Archivo Ellacuría, disponible en: 1982 [Último acceso: 26 de diciembre de 2022].
Ellacuría, Ignacio. “La cooperación iberoamericana a la Paz en Centroamérica”. En Archivo Ellacuría, disponible en: 1983, [último acceso: 26 de diciembre de 2022].
Ellacuría, Ignacio “Artífices de la paz en El Salvador”. En Archivo Ellacuría, disponible en: . 1986, [último acceso: 26 de diciembre de 2022].
Ellacuría, Ignacio. “Utopía y profetismo desde América Latina. Un ensayo concreto de soteriología histórica”. 17, año 6 (mayo-agosto de 1989): 141-184.
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Sols Lucia, José. “El pensamiento de Ignacio Ellacuría acerca de la función social de la universidad”. , 192, núm. 782 (2016): a362.
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Este trabajo es parte del proyecto Fondecyt de Postdoctorado Nº 3220738: 'El proyecto de una filosofía de la liberación en Latinoamérica desde la categoría de Realidad Histórica en Ignacio Ellacuría y su fundamentación en el pensamiento de Xavier Zubiri', financiado por la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID), del Gobierno de Chile, y por el Proyecto Interno de investigación USM-2023: PI_LIR_23_15, de la Universidad Técnica Federico Santa María.

			'Mediador principal de la guerra civil', le llama Sols Lucia, José. “El pensamiento de Ignacio Ellacuría acerca de la función social de la universidad”. , 192, núm. 782 (2016): a362.José Sols, 'El pensamiento de Ignacio Ellacuría acerca de la función social de la universidad',
Universidad Centroamericana de El Salvador. 'E.C.A.G. “Crónica del mes (Agosto de 1979)”. ECA Estudios Centroamericanos, Vol. 34, núm. 371 (1979): 825-827.Crónica del mes (Agosto de 1979)'. En Archivo Ellacuría, disponible en: https://revistas.uca.edu.sv/index.php/eca/article/view/7338/7427, 1976 [último acceso: 26 de diciembre de 2022].

			Antes del asesinato del padre Alirio, el 12 de marzo de 1977 es asesinado el sacerdote jesuita, párroco de Aguilares, Rutilio Grande García; el 11 de mayo de 1977, es asesinado el párroco de la Colonia Miramonte de San Salvador, el padre Alfonso Navarro Oviedo; el 28 de noviembre de 1978 es asesinado el sacerdote Ernesto Barrera Motto, que realizaba labores de pastoral obrera en Ciudad Delgado; el 20 de enero de 1979, el sacerdote Octavio Ortiz es asesinado en una casa de retiros en San Antonio Abad, junto a 4 jóvenes laicos que participaban de un retiro vocacional; el 20 de junio de 1979 es asesinado en santa Tecla el sacerdote Rafael Palacios.

			
					Ellacuría, Ignacio. “Universidad y Política”. En Archivo Ellacuría, disponible en: 1979. [Último acceso: 26 de diciembre de 2022]Ignacio Ellacuría, 'Universidad y Política', Archivo Ellacuría. https://www.uca.edu.sv/centro-documentacion-virtual/wp-content/uploads/2015/03/C27-c15-.pdf, 1979 [último acceso: 26 de diciembre de 2022].

			
					Ellacuría, Ignacio. “Una universidad centroamericana para El Salvador”. En Archivo Ellacuría, disponible en: 1976. [Último acceso: 26 de diciembre de 2022]Ignacio Ellacuría, 'Una universidad centroamericana para El Salvador'. Archivo Ellacuría. https://www.uca.edu.sv/centro-documentacion-virtual/wp-content/uploads/2015/03/C27-c14-.pdf, 1976, [último acceso: 26 de diciembre de 2022].

			Comienza la década con la matanza de un pueblo entero ('la masacre del Mozote' en 1981), y con el asesinato del Arzobispo de San Salvador, Monseñor Oscar Romero (1980).

			Se pone fin al régimen del general Romero por un grupo de jóvenes oficiales de las Fuerzas Armadas de San Salvador que se le conoció como una Junta Revolucionaria de Gobierno.

			
					Ellacuría, Ignacio. “15 de octubre de 1979 - 28 de marzo de 1982: Análisis estructural del proceso y de sus resultados”. En Archivo Ellacuría, disponible en: 1982 [Último acceso: 26 de diciembre de 2022].Ignacio Ellacuría, '15 de octubre de 1979 - 28 de marzo de 1982: Análisis estructural del proceso y de sus resultados'. Archivo Ellacuría. https://www.uca.edu.sv/centro-documentacion-virtual/wp-content/uploads/2015/03/C12-c02-.pdf 1982, [último acceso: 26 de diciembre de 2022].

			
					Ellacuría, Ignacio. “La superación de un 15 de octubre fracasado”. En Archivo Ellacuría, disponible en: 1980. [Último acceso: 26 de diciembre de 2022]Ignacio Ellacuría, 'La superación de un 15 de octubre fracasado'. Archivo Ellacuría. https://www.uca.edu.sv/centro-documentacion-virtual/wp-content/uploads/2015/03/C12-c01-.pdf 1980, [último acceso: 26 de diciembre de 2022].

			

					Molina, Carlos. “Introducción”. En , Ignacio Ellacuría, 12-13. El Salvador: UCA Editores, 2001.Carlos Molina, 'Introducción', en Ignacio Ellacuría,
Véase Ellacuría, Ignacio. . San Salvador: UCA editores, 2001.Ignacio Ellacuría,

					Ellacuría, Ignacio “Artífices de la paz en El Salvador”. En Archivo Ellacuría, disponible en: . 1986, [último acceso: 26 de diciembre de 2022].Ignacio Ellacuría, 'Artífices de la paz en El Salvador', Archivo Ellacuría. disponible en: https://www.uca.edu.sv/centro-documentacion-virtual/wp-content/uploads/2015/03/C27-c19-.pdf, 1-2. 1986, [último acceso: 26 de diciembre de 2022].

			Véase González Jácome, Jorge. . Colombia: Tirant Lo-Blanche - Universidad de los Andes, 2019.Jorge González Jácome,

					Ellacuría, Ignacio. “La cooperación iberoamericana a la Paz en Centroamérica”. En Archivo Ellacuría, disponible en: 1983, [último acceso: 26 de diciembre de 2022].Ignacio Ellacuría, 'La cooperación iberoamericana a la Paz en Centroamérica', Archivo Ellacuría. https://www.uca.edu.sv/centro-documentacion-virtual/wp-content/uploads/2015/03/C08-c30-.pdf 1983, [último acceso: 26 de diciembre de 2022].

			Véase

					Zubiri, Xavier. . Madrid: Alianza/Fundación Zubiri, 2008.Xavier Zubiri,
Véase Zubiri, Xavier. . Madrid: Alianza/Fundación Zubiri , 2012.Xavier Zubiri,

					Zubiri, Xavier. . Madrid: Alianza/Fundación Zubiri , 2015.Xavier Zubiri,

					Zubiri, Xavier. . Madrid: Alianza / Fundación Zubiri , 2007.Xavier Zubiri,

					Zubiri, Xavier. . Madrid: Alianza / Fundación Zubiri, 2006.Xavier Zubiri,
Véase

					Ellacuría, Ignacio. . Madrid: Trotta /Fundación Zubiri, 1991.Ignacio Ellacuría,
Ellacuría,
Por único y unitario se refiere, Ellacuría, a que no somos seres aislados, sino que biológica y socialmente interconectados. Con todo, no quiere decir esto que no sea esta unidad estrictamente dialéctica y dolorosa para las mayorías pobres del planeta.

			

					Ellacuría, Ignacio. “Utopía y profetismo desde América Latina. Un ensayo concreto de soteriología histórica”. 17, año 6 (mayo-agosto de 1989): 141-184.Ignacio Ellacuría, 'Utopía y profetismo desde América Latina. Un ensayo concreto de soteriología histórica',
Véase