Paz y amor. La posibilidad de la constitución política y jurídica de una comunidad en la fenomenología de J.-L. Marion como continuadora de la propuesta de E. Levinas
En-claves del pensamiento
Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, División de Humanidades y Ciencias SocialesEn este artículo, aceptando la 'hipótesis extravagante' formulada por Miguel Abensour sobre la productiva articulación entre ética y política en Levinas, y teniendo en cuenta la continuación del trabajo levinasiano en la propuesta de Marion sobre la cuestión del amor y la llamada, introduciremos un análisis de la novela de Gabriela Cabezón Cámara, Las aventuras de la China Iron. El objetivo del texto es tratar de dar cuenta de la dimensión política y jurídica de la hermenéutica del amor en relación con el problema de la constitución de la comunidad.

			En el célebre 'Préface' de
La esencia se ejercita de este modo como una invencible persistencia en la esencia, colmando todo intervalo de la nada que vendría a colmar e interrumpir su ejercicio.
Todo ente hace la guerra por el mero hecho de existir, pues existir implica perseverar en su ser. En este sentido, Aïcha Liviana Messina acierta al sostener que la guerra no es entonces la consecuencia de la maldad de sujetos egoístas que podrían optar por comportarse como 'almas bellas', sino que la existencia misma es violencia en su indefectible movimiento de expansión.

			

				

				

					
Pero, entonces ¿es posible la paz? Levinas entiende que sí, pero que no se alcanza oponiendo violencia a la violencia, pues 'toda guerra se vale de armas que se vuelven contra el que las empuña'.

			

				

				Levinas,
La obra marioniana constituye una continuación y ampliación de la propuesta levianiasiana respecto de dos cuestiones en particular. En primer lugar, Marion ya no restringe la llamada al rostro de la otredad humana, sino que la extiende a todos los fenómenos. En el § 26 de
En segundo lugar, Marion indaga profundamente en esta 'positividad' propia de la paz ética que constituye el fenómeno erótico. El amor exhibe cuatro dimensiones que operan en conjunto, pero son diferenciables entre sí. Primero, el amor es el fenómeno eminente que debe explanar la fenomenología marioniana, pues solo el amor puede explicar la receptividad del adonado que logra el acceso a la donación.

			

				

				Marion desarrolla esta cuestión en su obra
En este artículo, aceptando la 'extravagante hipótesis' formulada por Miguel Abensour respecto de la productiva articulación entre ética y política en Levinas, y teniendo en cuenta la continuación de la obra levinasiana en la propuesta de Marion respecto de la cuestión de la llamada y del amor, nos detendremos en un análisis de la novela de Gabriela Cabezón Cámara,
Con el fin de demostrar estos extremos, en un primer apartado, presentaré los lineamientos generales de la lectura de Abensour, en la que se da cuenta del modo en que las nociones de paz y de amor adquieren un sentido político en el pensamiento de Levinas. En un segundo apartado, introduciré la idea de un conocimiento y una hermenéutica del amor en la obra de Marion. En el tercer apartado, haré un análisis de la novela de Cabezón Cámara con el objetivo de indagar en los posibles alcances de la dimensión política y jurídica de la fenomenología de Marion, entendida como continuadora y complementaria de la propuesta levinasiana. Y finalmente, en el último apartado extraeré algunas conclusiones.

		En 'L'extravagante hypothèse', Miguel Abensour propone su ya famosa lectura renovadora de la relación entre ética y política en Levinas. La concepción levinasiana de la paz y su 'positividad propia' expresada en la noción de amor no se circunscriben al ámbito la relación ética, sino que ostentan una dimensión política capaz de regir la problemática de la constitución de la comunidad. El comentarista sostiene que es necesario repensar cierta idea simplificadora, bastante extendida, que consiste en entender que en la propuesta del lituano todo se reduce a la ética y que el pasaje a la política deviene irrealizable. En rigor, según Abensour, Levinas propone una interpretación 'extravagante', pues presenta una lectura de la relación entre ética y política que se separa de la lógica de las propuestas usuales y se basa en la prioridad absoluta del acontecimiento del cara-a-cara, en la 'extravagante generosidad del
Intento deducir la necesidad de lo social racional a partir de las exigencias mismas de lo intersubjetivo tal como yo lo describo. Es extremadamente importante saber si la sociedad, en el sentido corriente del término, es el resultado de una limitación del principio que dice que el hombre es un lobo para el hombre, o si, por el contrario, resulta de la limitación del principio según el cual el hombre es
Abensour destaca, pues, que si lo social se funda en una limitación, ésta no responde, para Levinas, a un 'principio animal' que busca restringir la violencia entre los seres humanos, sino a un 'principio humano' que demanda acotar la responsabilidad infinita respecto del otro.

			

				

				
El segundo pasaje se encuentra en 'Paix et proximité':

			No carece de importancia saber -y quizás eso sea la experiencia europea del siglo XX- si el Estado igualitario y justo en donde lo europeo se realiza -y que se trata de instaurar y sobre todo de preservar- procede de una guerra de todos contra todos o de una responsabilidad irreductible de uno por el otro, es decir, si ese Estado puede ignorar la unicidad del Rostro y del amor; no carece de importancia saber eso para que no se haga instauración de una guerra con buena conciencia en nombre de las necesidades históricas. 
			 
				 
				Levinas, 'Paix et proximité', 147-148. 
			22 
				

			La respuesta levinasiana inmediata afirma la segunda hipótesis, la de la responsabilidad. Levinas está postulando un acontecimiento anterior a la supuesta originariedad de la guerra y el egoísmo del
Con el objetivo de fundamentar su propuesta, el texto de Abensour se detiene en dos cuestiones. En primer lugar, el autor rastrea el origen de la 'extravagante hipótesis' en un texto temprano de Levinas,
En segundo lugar, Abensour explora las consecuencias de la hipótesis. La primera reflexión es sobre el Estado. Efectivamente, la posición de Levinas respecto de esta cuestión es ambigua. Por un lado, entiende la necesidad de su existencia, pero por otro, en algunos pasajes, Levinas lo asocia con la lógica del 'proceso filosófico' por el que el Mismo absorbe a lo Otro: 'El Mismo o el Yo supera la diversidad y el No-Yo con el que se topa comprometiéndose en un destino político y técnico. El Estado y la sociedad industrial, que el Estado homogéneo corona y del cual emergen, pertenecen en este sentido al proceso filosófico'.

			

				

				

					
No obstante, Abensour se detiene en un texto de 1971 titulado 'L'État de César et l'État de David' en el que Levinas propone un tipo de Estado que responde a la 'extravagante hipótesis' (Estado de David) y lo opone al Estado hobbesiano (Estado del César). Mientras que este último se cierra sobre sí mismo y se constituye como una totalidad que no tiene en cuenta el pluralismo, el Estado davídico nace de la fraternidad originaria y no se constituye como un horizonte último, sino que permanece abierto a un más allá del Estado. Es un Estado que 'permanece en la finalidad de la Liberación [
La segunda reflexión es en torno a la nueva relación entre ética y política que introduce la 'extravagante hipótesis'. En su curso sobre Dios y la ontoteología, Levinas insiste en la pregunta respecto del punto de partida de la constitución política e introduce la cuestión de la legitimidad:

			¿pueden deducirse las instituciones a partir de la definición del hombre como 'lobo para al hombre' o es mejor hacerlo a partir del hombre como rehén del otro hombre? ¿Qué diferencia existe entre las instituciones que nacen de una limitación de la violencia y las que nacen de una limitación de la responsabilidad? Al menos ésta diferencia: en el segundo caso, podemos rebelarnos contra las instituciones en nombre de aquello mismo que les dio origen.

			

				

				

					
La proximidad, la responsabilidad ética del cara-a-cara opera entonces como el criterio en política. La 'extravagante hipótesis' permite establecer un parámetro, mientras que en el Estado hobbesiano no existe esa posibilidad. En palabras de Levinas:

			es a partir de la relación con el Rostro, o de mí mismo en presencia del Otro, que es posible hablar de la legitimidad del Estado o de su no-legitimidad. Un Estado en el que la relación interpersonal es imposible, en la que ésta está de antemano dirigida por el determinismo propio del Estado, es un Estado totalitario. Hay pues un límite para el Estado. Mientras que en la visión de Hobbes -en la que le Estado no surge de la limitación de la caridad, sino de la limitación de la violencia- no es posible fijar un límite para el Estado.

			

				

				

					
Abensour destaca que a falta de un criterio -teniendo en cuenta que su mera existencia ya le otorga legitimidad- el Estado hobbesiano solo responde a la lógica de la eficacia. De este modo, se reduce lo político a una técnica o mera 'gestión de conflictos'.

			

				

				
La tercera reflexión que hace este texto es sobre la relación entre el Estado y la justicia. Con la aparición del tercero se interrumpe la responsabilidad infinita respecto del otro, porque el tercero exige la comparación y la limitación de esa responsabilidad.

			

				

				El tercero 'es por sí mismo límite de la responsabilidad, nacimiento de la cuestión: ¿qué deberé hacer con justicia? Cuestión de conciencia. Se hace necesaria la justicia, es decir, la comparación, la coexistencia, la contemporaneidad, la reunión, el orden, la tematización, la
Finalmente, el texto introduce una breve reflexión respecto de la relación entre el Estado y la anarquía. La 'extravagante hipótesis' produce un efecto de desorden, de inquietud, pues la proximidad es anárquica. Levinas define la anarquía en los siguientes términos:

			La noción de anarquía, tal como la introducirnos aquí, precede al sentido político (o anti-político) que popularmente se le asigna. No puede -bajo pena de desmentirse- ser puesta como principio (en el sentido en que lo entienden los anarquistas). La anarquía no puede ser soberana como el
La precedencia de la proximidad, de la relación ética, su originariedad debe pensarse en términos anárquicos, como la renuncia a lo originario, como lo opuesto a un orden pues implica el desorden de un yo que no regresa a sí mismo.

			

				

				Dice Levinas en
Como ya hemos señalado en la introducción, el pensamiento marioniano puede pensarse como una continuación de la reflexión levinasiana respecto de la llamada y del amor. En el libro V de
Ahora bien, si la llamada es un rasgo de los fenómenos saturados, cabe preguntarse qué ocurre con el resto de los fenómenos. En
La distinción de modos de fenomenicidad (para nosotros entre objeto y acontecimiento) puede articularse sobre variaciones hermenéuticas […]. Sólo depende de mi mirada que incluso una piedra pueda, a veces, aparecer como un acontecimiento […] La distinción de los fenómenos en objetos y acontecimientos encuentra por tanto un fundamento en las variaciones de la intuición. Cuanto más un fenómeno aparece como acontecimiento (se acontecializa), más resulta saturado de intuición. Cuanto más aparece como objeto (se objetiviza), más resulta pobre de intuición. O más aún: la acontecialidad fija el grado de la saturación y la saturación varía según la acontecialidad. Esta distinción tiene por tanto un estatuto estrictamente fenomenológico. Pero entonces, hay asimismo que destacar que la acontecialidad no caracteriza solamente a uno de los tipos de fenómeno saturado (el acontecimiento stricto sensu, por oposición al ídolo, a la carne y al icono): ella no solamente determina a cada uno de estos tipos, que la ponen en práctica, sino que también define al fenómeno como dado en general. Pues todos los fenómenos, en un grado o en otro, aparecen como advienen, ya que incluso los objetos técnicos no pueden borrar totalmente los vestigios en ellos de un advenir, aun cuando esté oscurecido.

			

				

				
Por medio de una 'variación hermenéutica', los objetos pueden devenir acontecimientos y viceversa. Pero esto también implica entender que el modo de donación originario es el del acontecimiento. En este sentido, todo fenómeno es potencialmente un fenómeno saturado, un acontecimiento, una pluralidad de posibilidades, que nos llama a hacernos responsables. Pero ¿cómo opera esta hermenéutica capaz de devolver su carácter acontecial, su plena posibilidad, es decir, su otredad a los objetos?

			Todo fenómeno puede aparecer en su otredad si abandonamos el intento de constituirlo como objeto y nos entregamos pasivamente a su acontecer. ¿Cómo es esto posible? Experimentando el estado anímico del amor. Amar es neutralizar el
En mi libro
La caridad, de pasión secundaria y ambigua, accede al rango de principio hermenéutico: apenas admitido su punto de vista, es decir, desde que el espíritu logra acceder a él, se descubre otro mundo para la mirada, u otras dimensiones del antiguo mundo. La caridad interpreta porque revela -como un revelador hace aparecer, sobre la oscuridad del papel fotográfico, el imprevisible fuego de los colores-. Así, la caridad provoca al mundo -en primer lugar, visto en sus órdenes naturales- a impregnarse, a teñirse y a redibujarse de los colores, impensable e imprevisiblemente visibles, de su gloria o de su abandono. El mundo, bajo la luz demasiado potente e iridiscente de la caridad, aparece en todas sus dimensiones, según todos sus parámetros, con todos sus contrastes, es decir, en verdad.

			

				

				

					
En un artículo de 1993, 'Philosophie chrétienne et herméneutique de la charité', Marion vuelve sobre esta idea y propone la noción de una 'hermenéutica de la caridad': 'La caridad […] permite descubrir, por medio de una hermenéutica radicalmente nueva, otros fenómenos nuevos y, finalmente, volver todas las cosas nuevas.'

			

				

				

					
Por tanto, se vuelve pensable comprender e interpretar conceptos de filosofía (el espíritu) a partir de la 'caridad', es decir, se vuelve pensable someterlos a la reducción erótica, para que, siguiendo el hilo conductor de la hermenéutica que de ello resulta, reverlos (y ver lo que ellos hacen concebir) bajo la luz del
Asimismo, unas líneas más adelante, en este mismo texto, Marion destaca la importancia decisiva de la 'hermenéutica del amor' en todos los ámbitos: 'Esta operación interpretativa puede desplegarse en todos los dominios, tanto en la literatura como en el análisis político o económico'.

			

				

				
La fenomenología de la donación, que apoya sus operaciones metodológicas (reducción y hermenéutica) en temples anímicos, encuentra finalmente en el amor el temple anímico fundamental capaz de permitir una completa entrega a la manifestación de todos los fenómenos y, por lo tanto, capaz de dar acceso a su donación en su carácter originariamente saturado y acontecial, en la pluralidad de sus posibilidades. Como bien destaca Joeri Schrijvers, el amor es la respuesta que da Marion al modo en que debemos entregarnos a los fenómenos para que éstos acontezcan desde sí mismos.

			

				

				
La novela de Gabriela Cabezón Cámara,
La primera parte (y, en rigor, toda la novela) cuenta el permanente estado de sorpresa y de felicidad que vive la protagonista: 'el mundo se me hacía paraíso'.

			

				

				

					
Las cosas que le salen al encuentro no se presentan como objetos, sino como acontecimientos que multiplican perspectivas: 'De vacas yo sabía bastante, aunque nunca me había detenido en sus caras […] …la miré más y le vi en esos ojos redondos, sin aristas, en esos ojos buenos de vaca, un abismo, un agujero negro hecho de ganas de pasto, de camino, hasta de campos de girasoles creo que le vi ganas en la pupila y también la intención de lamer a su ternero'.

			

				

				
Con este gesto marioniano, la China extiende la llamada y reconoce la otredad en todos los fenómenos: ve el rostro levinasiano en la vaca y se deleita con la posibilidad de una pluralidad de perspectivas.

			'Solo aquí una carreta puede tener la perspectiva de un pájaro', observó Liz y yo me enteré de lo que era una perspectiva y noté que sí […] Probé todas las perspectivas en esos días de descubrimiento: caminé en cuatro patas mirando lo que miraba Estreya, el pasto, las alimañas que se arrastran por la superficie de la tierra, las ubres de las vacas, las manos de Liz, su cara, lo platos de comida y toda cosa que se moviera. Apoyé mi cabeza en las cabezas de los bueyes y me puse las manos al costado de los ojos y vi lo que ellos, solo lo que quedaba justo adelante, la rastrillada y el horizonte incierto de su esfuerzo. […] Y empecé a percatarme de las otras perspectivas; no era lo mismo el mundo desde los ojos de la reina, rica, poderosa, dueña de la vida de millones de personas, harta de joyas y comidas en sus palacios que solían estar en lugares desde los cuales se dominaba todo lo que se movía alrededor, que el punto de vista de, por ejemplo, un gaucho en su tapera con sus cueros y sus fogatas de bosta.

			

				

				
El fenómeno como acontecimiento satura nuestra intuición y nos obliga a una hermenéutica infinita, como explica Marion. Ante el 'deslumbramiento' [
Hay una relación directa entre esa falta de discusión y ese deslumbramiento. Para poder deslumbrarse, para poder experimentar los fenómenos como acontecimientos es necesario deshacerse de todo concepto previo. Los fenómenos se presentan como objetos cuando los prevemos, cuando ya sabemos qué queremos ver de ellos, cuando los reducimos a una idea previa. La China se relaciona con el mundo sin preconcepciones. Para ella, cualquier cosa se manifiesta como un acontecimiento, como un fenómeno capaz de saturar todos los sentidos:

			Apenas ponía un pie en el suelo me invadía el olor a tierra mojada, me ensordecían los cuchicheos de los cuises, me estremecía toda brisa, me acariciaba el aroma de la menta que crecía entre los yuyos, el de las flores chiquitas naranjas y violetas que se engarzaban en el barro, me dolía el roce de los cardos, me llenaba la boca de saliva la cocina de Liz -que se las ingeniaba para hacer sus copiosos desayunos en las cocinas cavadas en el barro: huevos revueltos,
A tal punto experimenta los fenómenos que la rodean como acontecimientos y nunca como objetos, que la misma China renace en esa experiencia, el conocimiento del acontecimiento implica una
Hay dos rasgos en la actitud de la China que permiten explicar esta posibilidad. El primero tiene que ver con asumir la ignorancia socrática: 'La falta de ideas me tenía atada, la ignorancia',

			

				

				
Hubo que conquistarle una tierra a la patria, siguió explicando Hernández los huesos que rodeaban su estancia, no nos la cedieron gratis los salvajes. Y ahora le estamos conquistando una masa obrera, ya ve a mis gauchos. […]¿A todos les gustaba? No, algunos entraron en razones a fuerza de estaca, otros de cepo, varios de unos cuantos latigazos y algunos se escaparon y nunca más volvieron, hartos de la falta de sus cañas diarias y de no tener su propio dinero. ¿No les paga? No, invierto ese dinero, que rara vez llega, en la maestra, la escuela, la capilla y las casas de las familias nuevas. Y en mi hacienda y mi casa, también: son el comando general de la estancia, la punta de lanza de la nación, el progreso penetrando el desierto.

			

				

				Cabezón Cámara,
La China, Rosa e incluso Liz ya no toleran más tanta 'civilización': 'la víspera de nuestra partida nos tenía felices: estábamos hartos ya de tanta simulación'.

			

				

				
Pero, hay un segundo rasgo que la conduce más allá de la ignorancia: 'No sabía que podía andar suelta, no lo supe hasta que lo estuve'.

			

				

				
Y ese deseo de algo radiante se manifiesta como amor. La tonalidad afectiva que disuelve toda previsión (incluida la distinción civilización/barbarie) para entregarse al acontecer de los fenómenos en su otredad es el amor. Dice claramente la China al comienzo de su travesía respecto del golpe que implica esa transformación en su vida, ese paso 'de lo crudo a lo cocido': 'Lo sentí como un amor loco por mis vestidos, por mi perro, por mi amiga […] Un amor que me expandía y me hacía reír'.

			

				

				
Ese amor la mantenía en un constante estado de apertura a la otredad, de sorpresa: 'Me sentía viva y feroz como una manada de depredadores y amorosa como Estreya, que festejaba cada mañana y cada reencuentro como si lo sorprendieran, como si supiera que podrían no haber sucedido'.

			

				

				
El amor de la China también le revela su propia finitud: 'el amor se nos consolidaba ante la percepción de la precariedad que somos, nos deseábamos en nuestras fragilidades'.

			

				

				
'Morir por…', 'morir por otro'. En cierto momento pensé en titular mi ponencia 'morir juntos' […] Más allá de la humanidad que se define aún como vida y
Y es a partir de esa constatación amorosa que se da en la China una suerte de heideggeriana 'posibilitación' [
Pero, principalmente, el amor que impulsa a la China la lleva a entender que 'para poder irse hay que hacerse otro',

			

				

				
Y, finalmente, en la tercera parte, en Tierra Adentro, la China descubre que 'los indios son seres de Mewlen, del viento',

			

				

				
La comunidad Iñchiñ es un pueblo que acepta la condición anárquica del devenir de la existencia como posibilidad:

			Hay que vernos, pero no nos van a ver. Sabemos irnos como si nos tragara la nada: imagínense un pueblo que se esfuma, un pueblo del que pueden ver los colores y las casas y los perros y los vestidos y las vacas y los caballos y se va desvaneciendo como un fantasma: pierden definición sus contornos, brillo sus colores, se funde todo con la nube blanca. Así viajamos.

			

				

				
La comunidad Iñchiñ no es visible porque no vive en la presencia. Como el rostro leviniasiano, que se manifiesta más allá de toda forma o configuración determinada, o como el fantasma derridiano,

			

				

				'Si insistimos tanto, desde el principio, en la lógica del fantasma [logique du fantôme], es porque esta señala hacia un pensamiento del acontecimiento que excede necesariamente a una lógica binaria o dialéctica, aquella que distingue u opone efectividad (presente, actual, empírica, viva -o no-) e idealidad (no-presencia reguladora o absoluta)'.
El amor Iñchiñ es un amor que no excluye nada de lo viviente:

			El aire era una masa viva de animales, el zumbido de las abejas y las moscas y los barigüí y los mosquitos era su respiración y yo empecé a respirar con ellos, me dejé estar en ese ruido grave que a la noche aumentaba por otro más irregular, el del croar de tanto bicho barroso. Estábamos en zona de lagunas: el agua duplica la felicidad como duplica lo que espeja. Y lo llena de vidas.

			

				

				Cabezón Cámara,
Un amor que no se entiende como posesión, precisamente porque no ignora la unicidad de los rostros y del amor:

			Nosotros mismos vivimos también así: yo, en la casa que ya es nuestra con Kauka, pero puedo dormir y amanecer en cualquier otra, donde me sorprenda el cansancio, donde me rinda el sueño por la noche; si no es al lado de mi guerrera puede ser al lado de Liz que me recibe con su curries y sus cuentos muchas tardes y muchas noches me retiene en su cama, en el de Rosa que les enseña a los mitã a domar caballos a puro don o en el de Fierro, con mis hijos y los suyos y esto de escribir que se nos ha dado: duermo con mis amores yo.

			

				

				
Una comunidad que renuncia a 'la humillación que supone cualquier verticalidad'

			

				

				
Nadie trabaja a diaria en las Y pa'û: nos turnamos, trabajamos un mes de tres. Ese mes, cuidamos que nuestras vacas no se hundan en el tuju y si se hunden ayudamos todos; hacemos guardia para que no nos sorprendan las mareas, exige un poco de tiempo montar a las vaca sobre los wampos, ponerles pasto y agua ahí arriba, calmarlas hasta que aceptan la quietud necesarias para conservar el equilibrio, subirse ahí con ellas y acariciarlas para que vuelvan a respirar como si estuvieran en un prado lleno de pastizales tiernos.

			

				

				
Se trata de un derecho habitado, asediado, inspirado por el amor y la paz de la proximidad, que se traduce en formas de cuidado y delicadeza.

		El recorrido del artículo permite extraer las siguientes conclusiones que confirman la hipótesis propuesta. Efectivamente, la novela de Cabezón Cámara ilustra el alcance político de la hermenéutica del amor marioniana para pensar la constitución de una comunidad que ponen en práctica la 'extravagante hipótesis' levinasiana que se basa en las nociones de paz y amor.

			Ciertamente, la comunidad propuesta no proviene del estado anímico del miedo, sino del amor, no se funda en una limitación de la violencia, sino en una limitación de la responsabilidad. En este sentido, puede decirse que la comunidad Iñchiñ responde positivamente a las dos preguntas de Abensour. 1) En primer lugar, articula una forma de coexistencia humana que instituye una organización social y política en continuidad con la de la intriga inicial, en continuidad con la exigencia de responsabilidad por-el-otro que opera regulando la lógica política de la comunidad y posibilitando las relaciones interpersonales. 2) En segundo lugar, se trata de una comunidad que asegura la finalidad de la justica, de la liberación, de la paz por medio de una práctica efectiva del amor como neutralización del ego y apertura a la otredad ante todo intento de clausura o totalización de sentido. Pero este amor no se limita a la relación entre seres humanos, sino que, poniendo en cuestión marionianamente la lógica de la objetivación, amplía esta hermenéutica a todos los vivientes y a todos los fenómenos en general.

			

				

				En un texto reciente, Marion sostiene que la crisis ecológica y el cambio climático coinciden con el colapso de la metafísica, que define al mundo como una totalidad de objetos. El objeto es la reducción de la cosa a lo previsible, a lo controlable, a lo constatable con certeza. Y, en este sentido, Marion destaca que lo que se excluye entonces es la
La mirada de la China, que ejemplifica acabadamente el proceder de la hermenéutica del amor al dejar acontecer éticamente a los fenómenos en su otredad, deviene finalmente también una mirada política. Efectivamente, la hermenéutica del amor es aplicable al dominio del 'análisis político', como sugiere el propio Marion.

			Ahora bien, esta aplicación de la 'extravagante hipótesis' y de la 'hermenéutica del amor', sin duda, constituye el ensayo de una 'nueva vía' que invierte nociones del sentido común de la
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Dice Levinas en respuesta a la sugerencia marioniana de sustituir la ética por el amor: 'Plenamente de acuerdo. Me gustaría agregar que la 'relación irreversible' sugiere un vínculo con la diacronía. ¿Qué significa esta relación? O, más precisamente ¿cómo se acredita? ¿En qué momento? Sé que no se trata de una intencionalidad, pero tiene un sentido; y la razón por la que más fácilmente pronuncio esta palabra demasiado bella o demasiado piadosa o demasiado vulgar […] es porque significa que la relación con el otro es la relación con el único. No hablo directamente del único que le ordena [Dios], hablo del que es 'objeto' del amor: el otro, el único y, por tanto, el individuo que aun forma parte de un género. Es incluso la única posibilidad de que la unicidad sea concreta. Ésta es concreta en el amor'. Emmanuel Levinas, Autrement que savoir (Paris: Osiris, 1988), 75. En este sentido, se lee ya en el carnet 5 de los Carnets de captivité: 'El amor es la vida de la paz. Es por eso que la paz no implica la inercia. Estar con los otros, con su misterio, sin pelear'. Levinas, Emmanuel. . Paris: Grasset , 2009.Emmanuel Levinas, Carnets de captivité suivi de Écrits sur la captivité et Notes philosophiques diverses (Paris: Grasset, 2009), 135.

			Levinas, 'Paix et proximité', 145.

			En Autremet que l'être, Levinas afirma explícitamente que la exposición al otro debe ser entendido como un dar que requiere un ''cuidar [prendre soin] de la necesidad del otro', de sus desdichas y sus faltas'. Levinas, Autrement que l'être…, 93.

			Marion desarrolla esta cuestión en su obra
Esta idea aparece en diversos pasajes de su obra. Por ejemplo, en el artículo 'La connaissance de la charité', Marion propone explícitamente no oponer el amor al conocimiento, sino, por el contrario 'intentar pensar el amor mismo como conocimiento, y un conocimiento por excelencia'. Marion, Jean-Luc. “La connaissance de la charité”. , XIX, núm. 6 (1994).Marion, Jean-Luc, 'La connaissance de la charité',
Tomo la expresión de Emmanuel Housset. Cfr. Housset, Emmanuel. “Préface. L’être de l’amour”. En Pascale Tabet, . Paris: L’Harmattan, 2017. Housset, Emmanuel, 'Préface. L'être de l'amour', en Pascale Tabet,
Para una exposición detallada de estos aspectos del amor cfr. Roggero, Jorge Luis. . Buenos Aires: SB Editorial, 2019.Jorge Luis Roggero,
Levinas, 'Paix et proximité', 148.

			

					Levinas, Emmanuel. . Paris: Fayard, 1982.Emmanuel Levinas,
Levinas, 'Paix et proximité', 147-148.

			'Esa historia de una paz, de una libertad y de un bienestar prometido a partir de una luz que un saber universal proyecta sobre el mundo y sobre la sociedad humana —e, incluso, sobre los mensajes religiosos que buscan ahora justificación en las verdades del saber—, no se reconoce en los seis milenios de luchas fratricidas, políticas y sangrantes, de imperialismo, de menosprecio humano y de explotación, ni en las guerras mundiales en nuestro siglo, en los genocidios del holocausto, en el terrorismo, en el desempleo y en la miseria continua del Tercer Mundo, ni en las despiadadas doctrinas y crueldades del fascismo y del nacional-socialismo, ni tampoco en la suprema paradoja donde la defensa del hombre y sus derechos se invierte en estalinismo'.

					Levinas, Emmanuel. . Montpellier : Fata Morgana, 1982.Emmanuel Levinas,

					Levinas, Emmanuel. “Transcendance et Hauteur”. , LIV (1962).Emmanuel Levinas, 'Transcendance et Hauteur',

					Levinas, Emmanuel. “L’État de César et l’État de David”. En Emmanuel Levinas, . Paris: Minuit , 1982.Emmanuel Levinas, 'L'État de César et l'État de David', en

					Levinas, Emmanuel. . Paris: Grasset, 1993.Emmanuel Levinas,

					Levinas, Emmanuel. “Philosophie, justice et amour”. En Emmanuel Levinas, . Paris: Le Livre de Poche , 2014.Emmanuel Levinas, 'Philosophie, justice et amour', en Emmanuel Levinas,
El tercero 'es por sí mismo límite de la responsabilidad, nacimiento de la cuestión: ¿qué deberé hacer con justicia? Cuestión de conciencia. Se hace necesaria la justicia, es decir, la comparación, la coexistencia, la contemporaneidad, la reunión, el orden, la tematización, la
'En la medida en que el rostro del Otro nos relaciona con el tercero, la relación metafísica del Yo con el Otro se desliza hacia la forma del Nosotros, aspira a un Estado, a las instituciones, a las leyes que son la fuente de la universalidad'. Emmanuel Levinas,
Abensour, 'L'extravagante hypothèse', 82. La lógica de la proximidad debe habitar las instituciones del Estado, pues el tercero también es un otro. Dice Levinas: 'El tercero es otro distinto que el prójimo, pero también es otro prójimo, es también un prójimo del Otro y no simplemente su semejante […] La proximidad adquiere un sentido nuevo en el espacio de la contigüidad'. Levinas, Autrement que l'être…, 200. La proximidad se ve limitada en la extensión de su responsabilidad, pero sigue rigiendo como el criterio de paz y justicia.

			Levinas,
Dice Levinas en
Aïcha Liviana Messina, 'La paz como primer lenguaje…', 158.

			Marion,
'De este modo, se dispone de una nueva tabla de fenómenos. Por un lado, los fenómenos del tipo del objeto, que comprenden los fenómenos pobres (formas lógicas, entidades matemáticas, etc.) y los fenómenos de derecho común (objetos de las ciencias de la 'naturaleza', objetos industriales, etc.). Por el otro, los fenómenos del tipo del acontecimiento, que comprenden los fenómenos saturados simples (el acontecimiento en sentido estricto, según la cantidad; el ídolo o el cuadro, según la cualidad; la carne, según la relación; y el ícono o rostro del otro según la modalidad), pero también los fenómenos de revelación (que combinan diversos fenómenos saturados, como el fenómeno erótico, los fenómenos de revelación, la Revelación, etc.). Esta tabla completa y complica la de Étant donné […], ligando saturación y acontecialidad: un fenómeno se muestra tanto más saturado cuando se da con una acontecialidad más grande'. Marion, Jean-Luc. . Paris: Grasset , 2012.Jean-Luc Marion, Certitudes négatives (Paris: Grasset, 2012), 301, n. 1.

			Dice Levinas respecto de la manifestación del rostro del otro: 'El conocimiento en el sentido absoluto del término, experiencia pura del otro ser, debería mantener al otro ser kath'autó. […] La manifestación del kath' autó, en la que el ser nos concierne sin hartarse y sin traicionarse, consiste para él, no en ser develado, no en descubrirse a la mirada que lo tomaría por tema de interpretación y que tendría una posición absoluta dominando al objeto. La manifestación kath' autó consiste para el ser en decirse a nosotros, independientemente de toda posición que hayamos tomado frente a él, en expresarse. […] La experiencia absoluta no es develamiento sino revelación: coincidencia de lo expresado y de aquel que expresa, manifestación, por eso mismo privilegiada del Otro, manifestación de un rostro más allá de la forma. La forma que traiciona incesantemente su manifestación -petrificándose en forma plástica, porque adecuada al Mismo- aliena la exterioridad del Otro. El rostro es una presencia viva, es expresión. La vida de la expresión consiste en deshacer la forma en la que el ente, que se expone como tema, se disimula por ella misma'. Levinas, Totalité et infini…, 60-61.

			Roggero,

					Marion, Jean-Luc. . Paris: PUF, 1986.Jean-Luc Marion,

					Marion, Jean-Luc. “Philosophie chrétienne et herméneutique de la charité”. , XVIII, núm. 2 (1993).Jean-Luc Marion, 'Philosophie chrétienne et herméneutique de la charité',

					Marion, Jean-Luc. “Doubler la métaphysique”. En AA. VV., . Paris: PUF , 2015.Jean-Luc Marion, 'Doubler la métaphysique', en AA. VV.,
Tomo el juego de palabras entre
En esta clave interpretativa
Como bien señala Barbara Jaroszuk —proponiendo una lectura basada en las categorías políticas de Rancière— la novela postula una comunidad que es propiamente política en su rasgo de indeterminación y apertura de la posibilidad. Según la comentarista, no se trata de una reflexión pospolítica, sino de mostrar la posibilidad de un proceso de transformación de carácter político que permite 'guardar esperanza' y que desde el modelo literario de la parodia ya opera críticamente.

					Cabezón Cámara, Gabriela. . Buenos Aires: Random House, 2021.Gabriela Cabezón Cámara,
Dice Sarmiento en un pasaje representativo del
Cabezón Cámara,
'El deslumbramiento prepara así una hermenéutica infinita'. Marion,
Cabezón Cámara,
Véase nota 51.

			Cabezón Cámara,
Levinas,
Cabezón Cámara,
Levinas, 'Paix et proximité', 144.

			GA 2, 351-353.

			Levinas, 'Mourir pour…', 212-214.

			Cfr. GA 2, 353.

			Cabezón Cámara,
'Si insistimos tanto, desde el principio, en la lógica del fantasma [logique du fantôme], es porque esta señala hacia un pensamiento del acontecimiento que excede necesariamente a una lógica binaria o dialéctica, aquella que distingue u opone efectividad (presente, actual, empírica, viva -o no-) e idealidad (no-presencia reguladora o absoluta)'. Derrida, Jacques. . Paris: Galilée, 1993.Jacques Derrida, Spectres de Marx. L'État de la dette, le travail du deuil et la nouvelle Internationale (Paris: Galilée, 1993), 108.

			En
Cabezón Cámara,
En un texto reciente, Marion sostiene que la crisis ecológica y el cambio climático coinciden con el colapso de la metafísica, que define al mundo como una totalidad de objetos. El objeto es la reducción de la cosa a lo previsible, a lo controlable, a lo constatable con certeza. Y, en este sentido, Marion destaca que lo que se excluye entonces es la